El Valencia Basket sacó adelante ayer un partido ante el Andorra que tuvo ganado en el descanso y que necesitó una prórroga para solventarlo, tras dejar escapar una renta que llegó a ser de 21 puntos.

Afortunadamente para los intereses «taronja», el equipo de Peñarroya perdonó en muchas ocasiones además de contar con el factor San Emerio. El cántabro firmó un partido para enmarcar con 35 puntos y 42 de valoración, que valieron para ganar además de conseguir su mejor marca en puntos y valoración en su carrera en la ACB.

El inicio del choque fue prometedor para los valencianos, que con un juego directo en ataque y firme en defensa, marcó las primeras rentas importantes en el encuentro (21-7). Pese a una leve mejoría de los andorranos con el paso de los minutos, el Valencia Basket seguía mostrando solidez que le valían para dominar con claridad mediado el segundo cuarto tras un triple de Doornekamp (39-29). Los últimos minutos antes del descanso eran de color «taronja» y una acción de Van Rossom dio la máxima ventaja en la matinal (48-27).

El triunfo parecía coser y cantar pero nada de eso ocurrió. El conjunto de Vidorreta se atascó tras el descanso en ataque, con una dirección muy deficiente de los bases Vives y Van Rossom, que aprovecharon los andorranos para ir reduciendo diferencias al acabar al tercer cuarto (58-50).

En clara línea descendente se llegó al último período. El Valencia Basket era un mar de dudas en el que ningún jugador era capaz de asumir responsabilidades. Erráticos los bases, Pleiss empezaba a mostrar síntomas de cansancio tras no haber tenido apenas descanso, con lo que las acciones ofensivas quedaban únicamente para el propio jugador alemán y San Emeterio, quien, en plan estelar, daba aire a su equipo con un triple que parecía ser definitivo (72-63).

De nuevo el conjunto «taronja» no cerró el encuentro y Blazic, el jugador más entonado en los visitantes, respondió en el Andorra con un acierto extraordinario que apenas encontró oposición en un Valencia Basket atenazado por los nervios y con los fantasmas de Milán y Bamberg en el horizonte.

El partido quedó inexplicablemente igualado tras los 40 minutos y se encaminó a una prórroga con olor a drama en la Fonteta (73-73). En los cinco minutos de añadido, San Emeterio tuvo en Van Rossom a un aliado para salvar los muebles en el tiempo extra pese a que el cántabro desgastado física y mentalmente erró un tiro libre en la penúltima acción del choque que dio una nueva vida al Andorra. Los de Peñarroya tuvieron dos lanzamientos para empatar el choque pero no entraron. La grada respiró sabedora de lo importante del triunfo, pero también de que hay mucho por mejorar.