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Entrevista

Nacho Sanchis: "Me voy al Dakar a desarrollar el gen de ´no rendirse jamás´"

Nacho Sanchis, un farmaceútico de Enguera de 38 años, corre el rally por primera vez y sin haber podido probar la moto

Nacho Sanchis: "Me voy al Dakar a desarrollar el gen de ´no rendirse jamás´"

P ¿Es usted un piloto experimentado?

R No mucho, pero sí con una experiencia durísima en el Mezourga Rally (Marruecos), una carrera de 6 etapas por dunas que organizan los mismos que el Dakar. Yo empecé con las motos a los 30 años, en plan dominguero con los amigos. En 2009 corrí mi primera carrera (La Bassella Race) y luego me metí en pruebas de resistencia de Enduro. He ido poco a poco, pero con los pies firmes.

P¿Cómo y cuándo se plantea correr el Dakar?

R En 2014, la idea empezó a rondarme la cabeza. Corrí la Rally TT, una prueba de todo terreno, connavegación en la moto. Lo probé y me gustó mucho. En 2015 participé en el Campeonato de España, en 2016 no estuve federado por un proyecto de trabajo y en mayo pasado corrí el Megourza Rally, ya pensando de verdad en la posibilidad de ir al Dakar. Para que te aprueben las incripción, es imprescindible haber corrido una carrera de esta dureza. Dije: ´Voy a ver sensaciones y me decidiré´. Y, la verdad, es que fue durísimo.

P ¿Cuáles fueron las sensaciones?

R Sólo pude hacer una preparación de 2 meses para una carrera de 6 días con etapas durísimas de arena. La etapa 2 fue horrible, de una dureza extrema. Las etapas son menos largas que en el Dakar, pero la navegación es más complicada. Hay pilotos que decían que ni en el Dakar había esas dificultades como ese día.

P Siga, siga...

R Marc Coma, director de la organización, avisó que se podía evitar una zona de dunas a cambio de una penalización. Entendí el por qué hay gente que ha muerto por golpes de calor en el Dakar. Me vi totalmente fatigado, deshidratado, a 40 grados a las 3 de la tarde y con arena por todos lados. Se me volcó la moto y la levanté como pude. Llevas tres botones: uno de avería, uno de caída y otro de asistencia médica. Me estuve pensando si pulsar el tercero, lo miré y dudé mucho. Miraba a todas partes y sólo vi un camellero, a lo lejos, y eso no me dio mucha confianza. Así que intenté tranquilizarme, ser frío, avanzar poco a poco y salir de allí. Lo conseguí, pero de esa fatiga ya no me recuperé en los 6 días. Yo no tomo café y al día siguiente me tomé dos geles con cafeína y, por la noche, una coca-cola. No pegué ojo en toda la noche. Por la mañana, salí con mareos y naúseas. Lo pasé mal, pero con mucha paciencia terminé.

P Entonces pensaría que no iría al Dakar ni loco...

R Bueno, volviendo hacia València, en coche, ya más tranquilo, empecé a pensarlo. Cuando vuelves a casa, donde engrendas tus sueños, las perspectivas son diferentes. Así que me dije: ´Ahora has de ir a por lo otro, acabar lo que has empezado, tienes tiempo para prepararlo´. Luego, pasadas unas semanas, volví a dudar, pero aprendí mucho de un piloto con el que coincidí en la Mezourga, el gallego Fran Gómez, con 7 Dakars en la mochila. «Hay que ir para adelante, siempre». Voy a compartir con él autocaravana y el mecánico, un portugués. Los dos tienen ese gen de no rendirse nunca que yo voy a desarrollar encima de la moto.

P ¿Se va con los deberes hechos? ¿Ha entrenado lo suficiente?

R Busqué una persona especializada en pilotos, Álvaro Lozano, y me ha preparado bien con mucho físico en la montaña. Yo he corrido alguna carrera, pero poco. Marc (Coma) aconsejó a todos los españoles que «hiciésemos» mucha arena, porque las primeras 6 etapas, las de Perú, son cien por cien arena, que no quería vernos abandonar. Iba a practicar en octubre en Marruecos, pero por un viaje de mis suegros del Imserso esa misma semana no pude. Tengo dos niños y es difícil cuadrar el trabajo, la familia y esto. Así que me voy al Dakar sin haber tocado la arena estos meses. Me preocupa, la verdad. Pero me consuela que voy bien físicamente y no voy mal de técnica.

P ¿Cuál es su estrategia?

R Ir con mucha calma, sin arriesgar, cuidando la mecánica e ir cogiendo confianza. Me da igual en qué puesto llegar, como si llego último.

P Hábleme de la moto. ¿Se ha comprado una o ya la tenía?

R Pensé en comprar una de segunda mano, pero al final opté por una nueva, como Fran. Es una Honda. El problema es que me voy sin probarla, porque no se ha podido «terminar» hasta estos días y ni siquiera pudimos llevarlas a Francia el día previsto (23 de noviembre) para el transporte a Perú. Nos hemos tenido que buscar la vida para enviarlas por avión porque no estaba acabada hasta el pasado fin de semana. Otro problema añadido.

P ¿Qué día se va? ¿Tiene margen para probarla en Perú?

R Llego el día 2 (martes) y el Dakar empieza el 6. Muy poco.

P ¿Ha hecho trabajo psicológico?

R Me ayuda ver cómo son Fran y el mecánico y tengo que ser como ellos. Sé que he de pelear al límite, hasta el final. En un rally en África, Fran se fracturó un hueso del pie y estuvo 6 etapas sin quitarse la bota para que la organización no se diese cuenta. Y acabó. Esa es la filosofía.

P ¿Cuánto ha invertido?

R No he cerrado números aún, pero sobre unos 60.000 euros contando la moto, la asistencia, la inscripción, que cuesta 16.500 para las motos, el vuelo... He conseguido algún patrocinador, pero el 80 por ciento me lo financio yo. El Dakar tiene dos tipos de participantes: los millonarios, que hacen la preparación en Marruecos y llevan un equipo gigante, y los aficionados aventureros como yo.

P ¿Cómo lo lleva la familia?

R Cuando me fui a la Mezourga hubo mucha tensión en casa, es lógico. Ahora mi mujer es un pilar para mí, sabe la ilusión que tengo, me veía cada año ir a ver los resúmenes del Dakar en la tele... Tengo dos críos, uno de 4 años y uno de casi 3, y les he explicado que voy a a estar 23 días fuera de casa (el Dakar dura 15) y cuál es el concepto de la carrera.

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