Posiblemente este pasado 8 de marzo, Día internacional de la Mujer, pueda calificarse como histórico dada la respuesta de los cientos de miles de personas que se lanzaron a las calles para teñir este país de morado apoyando la movilización feminista. Como mujer que soy, no reclamo ni más ni menos que los hombres, simplemente igualdad.

Pero si hay marcado uno en concreto como Día internacional de la Mujer, ¿qué pasa con los otros 364? ¿Acaso no seguimos haciendo lo mismo y merecemos estar en igualdad de condiciones que el hombre?

En el ámbito deportivo ha habido multitud de actos dando protagonismo a la importancia del papel de la mujer en la sociedad actual. Prácticamente todos los clubes han dedicado actividades para fomentar dicha igualdad, desde charlas en colegios, jugar en estadios donde hasta el momento solo lo habían hecho ellos, vídeos, fotos, etc.

En el Málaga Club de Fútbol conocen muy bien la labor de la mujer dentro de la entidad y a través del lema «Sin vosotras se para el mundo», ha organizado diversos eventos. Todas las empleadas fueron citadas en el centro de La Rosaleda para ser felicitadas por su trabajo diario. Yo, representando al club, acudí ese mismo jueves al Colegio de Abogados de la ciudad donde, acompañada de otras tantas mujeres, nos encargamos de leer unas reseñas homenajeando la trayectoria del feminismo.

Y este pasado sábado fui junto a Paula, otra compañera de equipo, una afortunada al ser invitada al palco del estadio para presenciar desde un lugar privilegiado el partido que nos enfrentaba al FC Barcelona. En el descanso de dicho encuentro, Mónica Marchante me entrevistó, ayudando con esos minutos a dar visualización al futbol femenino, pero especialmente a todo mi equipo.

Soy de la opinión de que esta sociedad sería mucho mejor si dejásemos los estereotipos y los prejuicios a un lado y miráramos todos en una misma dirección tratando de buscar un bien común sin distinción de género. Y es que los sueños no entienden de sexo. En mi familia tanto a mi hermano como a mí, siempre nos inculcaron que no importa si eres hombre o mujer, simplemente hay que tener la voluntad de querer alcanzar las metas trabajando duro, y que ante cualquier cosa, el respeto lo merecemos todos.

El llamado techo de cristal sigue limitando las oportunidades, pero no se puede vencer a aquella que nunca se rinde, y así somos nosotras. Seguimos teniendo que derrumbar barreras, pero como guerreras que somos, no pararemos. Me siento orgullosa de ser de ser mujer y dedicarme al fútbol, deporte de todos.