El Valencia Basket dio un golpe encima de la mesa demostrando que con orgullo y motivación se puede ganar a cualquier rival. No había nada en juego a nivel clasificatorio, pero sí para el Real Madrid, que aún así no pudo con los taronja a lo largo de todo el encuentro (96-88). Y no sería porque el trio arbitral no le dio ciertas facilidades. Sin embargo,la superioridad local en esta ocasión fue demasiado evidente gracias a hombres como Dubljevic y, sobre todo, un extraordinario Sam Van Rossom.

Empezó fuerte el Valencia Basket, con ganas y dejando claro a su rival que su motivación por ganar el partido, más allá de cuestiones clasificatorias, era máxima. Dubljevic lideró al equipo en esos primeros compases, ganando la partida por completo a Walter Tavares. El acierto era máximo y eso permitió a los taronja abrir las primeras rentas (14-7; min. 4). La respuesta 'blanca' venía de la mano de Jaycee Carroll, que fue el que logró mantener al Real Madrid en ese inicio (14-13; min. 6).

Llegaron las primeras rotaciones y, con ellas, el intercambio de golpes se hizo más evidente. Los locales dominaban el rebote y el ritmo del encuentro, pero eso sin embargo no terminó de traducirse en el electrónico (22-21; mIn. 10). Sería en el arranque del segundo cuarto y bajo la batuta de Sam Van Rossom cuando ese dominio, por fin, se vería también reflejado en el marcador.

Grandes minutos del base belga, que al margen de dirigir con eficiencia y acierto también fue capaz de sumar puntos en ataque para disparar de nuevo a los suyos (36-26; min. 16). Ni el tiempo muerto de Pablo Laso ni las rotaciones lograron cambiar las cosas. De hecho, el Valencia Basket dispuso de varias oportunidades para elevar aún más su renta. Pero no acertó.

Esas imprecisiones, unidas a la marcha de Van Rossom para coger oxígeno y los muchos tiros libres de los que dispuso el Real Madrid (10 por ninguno de los valencianos), permitió a los de Laso reducir ligeramente las rentas antes de llegar al descanso (46-40; min. 20). Una distancia demasiado corta para lo que se había visto en la cancha hasta ese momento. Algo que se confirmó tras el paso por los vestuarios con Van Rossom nuevamente al mando de las operaciones.

La salida del Valencia Basket fue espectacular en todas las facetas, empezando por la intensidad. Un parcial de 7-0 puso la máxima renta en el luminoso en un abrir y cerrar de ojos (53-40; min. 22). Los locales dominaban por completo el encuentro y ahí comenzó, como de costumbre, el 'show' de Laso desde la banda para presionar a los árbitros. No hubo técnica, como era previsible, pero sí para Van Rossom a la mínima que los colegiados tuvieron ocasión. La Fonteta montó en cólera, al igual que Txus Vidorreta, al que de inmediato apercibieron también de técnica.

La 'jugada' le salió perfecta al Real Madrid, que con un 0-5 de parcial volvió a meterse en el partido (55-47; min. 26). Por otra parte, sin embargo, esa diferente vara de medir encorajó más al Valencia Basket y sobre todo a una afición que se enganchó definitivamente al partido a partir de ese instante. También hombres como Green y Vives, recuperados para la causa con su mejor versión. De hecho, de no haber sido por los triples de Causeur la renta podría haberse disparado mucho más antes del cuarto definitivo (70-60; min. 30).

Pero todavía quedaba mucho por sufrir, sobre todo ahora que la permisividad arbitral permitía al Real Madrid elevar su agresividad defensiva (70-65; min. 32). Vidorreta daba de nuevo entrada a Van Rossom, auténtico duelo del ritmo del encuentro. Con él y Dubljevic el equipo volvió a ver aro y logró mantenerse por delante en los siguientes minutos (80-72; min. 36).

Esa capacidad para encajar los golpes sería clave pues, en otras circunstancias, hubiera sido ciertamente complicado las discutibles decisiones de los árbitros de ahí al final del partido. Afortunadamente, la superioridad taronja fue tan evidente que, ni con esas los de Pablo Laso fueron capaces de llevarse el partido. "Arbitrajes así, fuera de casa, a mí siempre", debió pensar Vidorreta. Y no le faltaba razón.