La Euroliga regaló anoche un partido memorable. El Valencia Basket sacó su gen de campeón y recordó al Real Madrid que para triunfar en el feudo «taronja» hay que pelear mucho. Vidorreta le ganó la batalla táctica a Laso en un encuentro de manual, en el que los valencianos fueron superiores en todo al conjunto blanco.

La victoria no se puede personalizar en ningún nombre, porque fue precisamente el trabajo del grupo, el que sometió a un Real Madrid, que volvió a probar en sus carnes lo incómodo que se siente en cada visita a València. En lo clasificatorio sirve para poco, pero a nivel moral el equipo se lleva un subidón de cara a la Liga Endesa, en la que debe dar su última palabra.

Todo enmarcado en un encuentro en el que de nuevo los árbitros fueron protagonistas. Las protestas de Laso volvieron a quedarse impunes, mientras que los «taronja» se vieron castigados con una técnica y una antideportiva más que rigurosa. Afortunadamente el equipo no se descompuso.

Casi siempre por delante

El choque arrancó eléctrico y con muchos puntos por parte de los dos equipos. Con Dubljevic y Campazzo como hombres más entonados, el Valencia Basket marcó la primera distancia importante en el marcador (14-7). El Real Madrid, acostumbrado a remar siempre, dejó el encuentro casi igualado al acabar el primer cuarto con el acierto de Taylor (22-21).

Durante el segundo cuarto, el conjunto de Vidorreta con defensa, control en el rebote y acierto de cara al aro contrario, disparó su ventaja tras un triple de un colosal Van Rossom (39-29). Carroll mitigó daños para los de Laso antes de llegar al descanso y dejar todavía vivo el partido (46-40). El paso por los vestuarios sentó bien al Valencia Basket que obtuvo su máxima renta tras un parcial de 7-0 (53-40).

Con el cabreo monumental por parte de la grada con la actuación de los árbitros, el Real Madrid trató de acercarse en el electrónico, aunque la buena dirección de los bases, el ímpetu en ataque, y el apoyo de los seguidores dejaron el encuentro muy encarrilado para el último período (70-60).

El temple ayudó a ganar

El 70-65 auguraba un final de infarto. No fue así. La sangre fría, el temple «taronja» y los tiros libres evitaron, pese a una antideportiva, que el partido se escapara. La Fonteta enseñó los dientes.