Luis Villarejo, Madrid. efe

El Real Madrid exhibió ayer una falta de gol alarmante, firmó un mal partido frente al Real Betis, que llegaba con las fuerzas justas tras su adiós a la UEFA, y confirmó el desencanto que transmite una plantilla que va a necesitar una dura remodelación la próxima campaña.

Cicinho fue el futbolista que más lo intentó. Incluso hasta el último segundo, cuando Contreras le sacó un balón de oro que entraba en la escuadra. Cicinho fue lo mejor en un estadio donde se ha apoderado de la grada el silencio escénico, roto nada más que en el último minuto por la sonora bronca que despidió al equipo. Hasta entonces, el pasotismo de la gente fue lo habitual.

De inicio, López Caro mostró un gesto de personalidad en la alineación. David Beckham, el «galáctico» que le faltaba por sentar en el banquillo del Santiago Bernabéu, se quedó fuera. En otros tiempos, ver a Beckham sin jugar hubiera sido un asunto grave. Ahora, cuando se evalúan sólo los méritos deportivos, nada es extraño.

Salió en su sitio Cicinho, que es evidente que juega de interior y no de lateral. No tiene Cicinho sacrificio defensivo y por eso Salgado no tiene rival atrás. Sin embargo, la apuesta atrevida de López Caro no le funcionó porque el equipo tácticamente estuvo completamente roto.

Fue el primer día que el Madrid jugó sin pivote defensivo. A Guti le dieron todos los galones, fue el primer hombre para sacar el balón y el invento no funcionó. El equipo estuvo partido en dos con un Real Betis enfrente, que anda tieso. Sólo así se entiende que no doblegara a un Real Madrid, sin fuerza y sin tensión.