A.Marco, Valencia.

Estamos en 1919. Los componetes del recien fundado Valencia Fútbol Club, deambulan por la ciudad, buscando solares abandonados donde prácticar su deporte favorito. Hay uno situado junto a la Gran Vía, en lo que luego sería Mercado de Colón. En esa zona vive el único jugador que posee un balón reglamentario, inglés auténtico.

Pese a la proximidad a ese tesoro, todos prefieren un terreno situado en las afueras de la ciudad, junto al cuartel de la Guardia Civil del camino de Algirós, que mide 91 x 47 m. Su propietario, Eugenio Miquel, accede a alquilarlo a los dirigentes Augusto Milego y Gonzalo Medina, a título personal, por 100 pts. al mes. Los jugadores lo limpian y pintan las rayas con cal. Con el permiso del Ayuntamiento, lo vallan con un cañizo para poder cobrar entradas: 0,60 pts, la preferente, 0,35 la general. Algirós se inaugura el 7 de diciembre de 1919, y puede acoger un máximo de 5.000 aficionados.

En Mestalla

Dos años después, el recinto se ha quedado pequeño. El VFC cuenta ya con 2.500 socios fijos, a los que se suma un buen número de espectadores, atraidos por el juego espectacular de Cubells y los goles de Montes. Se necesita más espacio. Cerca de Algirós, junto a la acequia de Mestalla, hay un terreno de casi 10.000 metros, propiedad del barón de Bellver, quien accede a venderlo. Sobre ese solar, el arquitecto Francisco Almenar, socio del club y luego presidente, proyecta un campo, cuya ejecución lleva a cabo el también socio y constructor Ramón Ferrer. La primera fase, con una gradería de madera de 10 filas para espectadores de pie, se inaugura el 20 de mayo de 1923. El terreno de juego mide 100 x 59 metros.

La tribuna

Las obras continúan con la construcción de una tribuna, también de madera, que consta de una primera zona de palcos junto al terreno de juego, seguida por cinco filas de asientos, y otras nueve de preferencia. Toda ella cubierta con fibrocemento y sustentada en ocho columnas de hierro. Bajo sus gradas se habilitan los vestuarios, la enfermería, las taquillas recayentes a la calle y dependencias del club.

Su inauguración, el 23 de enero de 1927, convierte a Mestalla en uno de los campos más modernos de España, con capacidad para 17.000 espectadores.

El VFC, que se ha endeudado aún más con las 212.000 pts que cuesta la tribuna, eleva el precio de las entradas: la general vale 3 pts.; la preferente pasa de 5 a 8; los asientos de palco valen 8 pts.

La Guerra Civil, entre 1936 y 1939, deja a Mestalla en ruinas. Al finalizar, los soldados del Batallón de Recuperación de Levante, al mando del comandante Giménez Buesa, a la vez presidente del club, reconstruyen las gradas sustituyendo la madera por ladrillos.

A mediados de los años 40, con el VCF ganando títulos, Mestalla es incapaz de albergar al público que cada domingo acude en masa para ver jugar a al equipo. Para poder ampliar el campo, se compran, primero,1.069 metros cuadrados de huerta junto a la grada del gol norte. Después se compran más solares colindantes, por un importe total de 7 millones de pesetas. El arquitecto Salvador Pascual Gimeno proyecta un campo para 40.000 espectadores. Las obras se prolongan a lo largo de toda la década de los 50. Para pagarlas, la directiva pone a la venta un abono especial de 15 años y, en 1955 emite 35 millones de pesetas en obligaciones. De este modo se logra construir la parte superior del graderío longitudinal y casi toda la tribuna de preferencia. Ese año, la inversión asciende a 18 millones para las gradas de general y las numeradas, 20 para la tribuna y 7 para la compra de los terrenos colindantes, imprescindibles para la ampliación. El 27 de diciembre de 1955 se inaugura la nueva tribuna, con la que el estadio alcanza una capacidad de 30.000 espectadores. Toda la obra, ejecutada por el constructor José Tormo Valero, cuesta casi 100 millones de pesetas..

Riada y luz artificial

El campo sufre graves daños en la riada de 1957, cuya reparación se aprovecha para instalar la luz artificial, para poder programar partidos nocturnos, que tanto éxito van a tener en el futuro, dado el clima beningno y los hábitos sociales de los valencianos. El 17 de marzo de 1958, con un amistoso ante el Stade Reims, se estrena el alumbrado, instalado por el industrial valenciano Julio Aviñó, que deja asombrados a los asistentes. Mestalla se convierte en lugar de visita obligada. "¡Pareix de día!", exclaman los espectadores.

El Mundial 82

En mayo de 1978, el VCF inicia la remodelación más profunda de las que ha sometido a Mestalla, para que sea sede del Mundial España-82. La obra, proyectada por los arquitectos Salvador y Manuel Pascual, se adjudica a la empresa Huarte.

En la primera fase, que se prolonga durante todo el verano, se derriba desde la mitad hacia abajo -la parte que todavía era de ladrillo- del graderío que circunda el campo, con excepción de la tribuna. En su lugar se levantan 20 gradas de cemento (diez cubiertas y diez descubiertas),con capacidad para 12.000 espectadores, dotadas de asientos de plástico, que también se instalan en tribuna y anfiteatro. En el verano de 1980, se levanta el terreno de juego para dotarlo de un moderno sistema de drenaje y replantar el césped; se cambian las torres de alumbrado y se refuerza su potencia; se reforman los vestuarios y el palco, se amplían los banquillos y se habilitan nuevas zonas de prensa, radio y tv. El aforo total es de 46.000 espectadores.

Los marcadores

A pocos días del comienzo del Mundial, dos enormes columnas de acero se yerguen tras los fondos de Mestalla. Van a sustentar los enormes videomarcadores que sustituyen al viejo electrónico, sucesor, a su vez, del entrañable marcador simultáneo Dardo.

Durante años, este viejo sistema de signos patrocinados publicitariamente, facilita a los espectadores el resultado e incidencias de los partidos desde los restantes campos. Las claves para su comprensión se publicaban cada domingo en los periódicos. Acabado el Mundial, la multinacional Mitsubishi amenaza con desmontar los videomarcadores si no los cobra; los clubs llegan a un acuerdo con el Comité Organizador para que pague, y se señala a un popular político de la época como comisionista.

La última gran reforma

Mestalla vivió su última ampliación bajo el mandato de Paco Roig, como presidente. Entre 1997 y 2001 se elevan las gradas numeradas numeradas por su parte superior, hasta alcanzar los 53.900 espectadores y se instalan nuevas torres de acceso en dos esquinas. Con las obras complementarias de rehabilitación y modernización de las instalaciones, el gasto asciende a 4.000 millones de pesetas (24 millones de euros).