Obviamente vinculada al sector inmobiliario, la industria cerámica vivió un auténtico via crucis durante los años centrales de la crisis. Los 628 millones de metros cuadrados vendidos en 2007, el año en que se inició la Gran Recesión global, cayeron dos años más tarde a los 382 millones, lo que implica un descenso del 40 %. La producción se contrajo un 47 %. En 2014, el sector empleaba a un 47 % menos de trabajadores que en 2007 y había visto cómo cerraba un 24 % de las empresas. Vamos, una hecatombe.

El desastre no fue mayor porque rápidamente la industria se giró hacia el exterior, al igual que hicieron tantos otros sectores, y compensó, aunque fuera parcialmente, la caída del consumo en el mercado nacional. Así, en 2008, las exportaciones acaparaban el 57 % de las ventas totales, muy por encima del 29 % de 1975 y, desde luego, del 1 % de 1965. Pues bien, en 2016 representaban ya el 75 %, dos puntos menos que en el ejercicio anterior. Esta evolución implica un aumento del 31 %, es decir un tercio más.

Estos datos pertenecen al informe «El sector español de fabricantes de baldosas. Una comparativa pre-in-post crisis», elaborado por el Instituto Tecnológico de la Cerámica y la patronal sectorial Ascer.

Canales

Una de las cuestiones en las que se detiene el documento es en el análisis de la evolución de los canales de distribución. El gran cambio que se ha producido en la década comprendida entre 2006 y 2016 es la pérdida de protagonismo por parte del almacenista/distribuidor, cuya participación en las ventas ha bajado del 86,3 % en 2006 al 72,74 % diez años más tarde.

El constructor/promotor también ha decaído notablemente a la par que el sector inmobiliario sufría el duro ajuste de la crisis. Si antes de la recesión ocupaba la segunda plaza en este escalafón con un 9,9 % del total de las ventas, una década más tarde, ya en plena fase de recuperación de la economía en general y cuando la actividad constructora de vivienda empieza a ver brotes verdes, ese porcentaje ha descendido al 1,67 %.

Las más beneficiados por estos cambios han sido las grandes superficies, que antes de la recesión solo acaparaban el 2,6 % de las ventas y que, a finales de 2016, representaban ya un 12,74 %, es decir diez puntos más. El tercer lugar corresponde a otros fabricantes, que se sitúan en casi el 11 %. No debería llamar a la sorpresa tratándose de este producto que la comercialización por internet registre un cero absoluto. Las pequeñas y medianas empresas elevan al 78 % las ventas por el distribuidor, mientras que las grandes se quedan en casi el 72 %.

En el caso de la exportación, los números cambian relativamente. El primer lugar corresponde al almacenista/distribuidor, con un 90,79 % del total, seguido de la gran superficie (5,54 %), otros fabricantes (1,17 %) y constructor/promotor (1,37 %). En este caso, las pymes se apoyan menos en los distribuidores (86,97 %) que las mayores empresas, que lo hacen en un 91,35 %, según el informe.