Ácrata Cerámica nació hace poco más de medio año y su objetivo es, en una clara apuesta por la artesanía y la creatividad, desarrollar piezas cerámica para atender, de una manera personalizada, la demanda de arquitectos e interioristas. Cerámica a la carta en la que la inkjet no tiene cabida. «Queremos recuperar el verdadero lenguaje de la cerámica», asegura el responsable comercial y de producto de la compañía, Pepe Castellano, que ha puesto en marcha este ambicioso proyecto junto a otro histórico del sector, Javier Gimeno. El historial profesional de ambos los vincula, respectivamente, a firmas tan importantes como Ferro y Cerámica Decorativa, entre otras.
En un sector cuya tendencia es la de crear grandes grupos empresariales, ¿por qué se monta una firma pequeña como Ácrata?
Hemos montado Ácrata, principalmente, porque nos gusta la cerámica. Y había la posibilidad de ocupar una antigua fábrica con las características que necesitábamos para producir la cerámica que queremos hacer: hornos túnel, hornos mufla eléctricos y de gas, y luego también monostratos. Todo se puso a nuestro favor y nos hemos lanzado a la aventura.
¿Y qué tipo de cerámica es la que le gusta a hacer a Ácrata?
La cerámica que nos gusta producir es, en primer lugar, la cerámica de proyectos, y también queremos desarrollar nuevos productos y nuevos esmaltes. Apostamos por una producción prácticamente artesana, nosotros no queremos competir con nadie con grandes producciones industriales.
¿Qué aporta Ácrata al mundo de la cerámica?
En primer lugar, con Ácrata queremos que el sector cerámico no se olvide de los esmaltes y que no se olvide de los colores, porque cada vez se trabaja más con la decoración digital... Y, sobre todo, Ácrata propone una vía de comunicación con los arquitectos e interioristas a la hora de preparar las colecciones.
De alguna manera, Ácrata quiere recuperar el lenguaje estético original de la cerámica.
Efectivamente. Hoy en día, con la inkjet, y utilizando seis o siete colores, se puede reproducir cualquier imagen sobre una baldosa cerámica, al igual que pasa con la impresión en papel, Pero nosotros no buscamos reproducir mármoles o maderas, sino que queremos volver a utilizar los esmaltes cerámicos que se han usado durante los últimos 2.000 años para recuperar el lenguaje auténtico de las baldosas cerámicas.
Se trata, prácticamente, de una aventura romántica... ¿Una empresa de este tipo puede ser también rentable?
Queremos combinar ambos aspectos. O mejor dicho, debemos combinar ambos aspectos para poder seguir adelante. Ahora estamos comenzando- De hecho, nuestra presentación oficial fue en la pasada Cevisama y, de momento, las perspectivas son buenas.
Pero deben competir con grandes monstruos que producen muchos miles de metros cuadrados al día...
En Ácrata somos 12 personas y, al margen de los proyectos especiales, que son tiradas muy cortas y prácticamente personalizadas, producimos unos 800 metros cuadrados diarios. Y, lógicamente, no podemos ni queremos competir contra los grupos grandes ni con la producción cerámica que se está haciendo en Castelló. Esa no es nuestra batalla. Nosotros apostamos por una cerámica muy específica que cubra un hueco muy determinado del mercado y que, al mismo tiempo, ofrezca soluciones para el mundo de la arquitectura y el interiorismo.
¿El mundo de la arquitectura aprecia y reconoce las posibilidades técnicas y decorativas de la cerámica?
La industria cerámica castellonense cuenta con el respeto de los arquitectos, tanto a nivel nacional como internacional gracias al excelente trabajo que se ha realizado tanto desde el Instituto de Tecnología Cerámica (ITC) como desde la patronal Ascer con las cátedras cerámicas en distintas universidades y sus premios de arquitectura en cerámica. De hecho, tres de los cuatro proyectos arquitectónicos premiados en la pasada edición de la feria estadounidense Coverings, fueron realizados con cerámica de Castelló. Ese es,sin lugar a dudas, el mejor ejemplo de la buena sintonía que existe entre las dos partes. Todo esto sirve para que los arquitectos y los interioristas sepan que pueden personalizar su obra gracias a la cerámica.
Pese a todo, desde el sector se lamenta que, de una manera global, la cerámica siga siendo la gran desconocida para el sector de la construcción...
En España, afortunadamente, eso ya no sucede. La verdad es que se ha trabajado mucho para divulgar que la cerámica pueda salir a la calle y puede utilizarse tanto para pavimentar espacios exteriores como recubrir una fachada, y los resultados son visibles para todos. Y luego está todo el tema de hoteles y demás establecimientos públicos que, gracias a las grandes placas cerámicas, que son excelentes no solo a nivel estético, sino también en lo que se refiere a dureza, durabilidad e higiene; se han abierto de manera decidida a la cerámica. Ahora es necesario que ese conocimiento llegué también al resto del mundo, que ya se está haciendo, pero, lógicamente, con menos intensidad.
Para alcanzar los objetivos marcados, será necesaria una relación muy estrecha entre los arquitectos e interioristas con el equipo de diseñadores de Ácrata, ¿no?
En primer lugar, escuchamos la idea del arquitecto o interiorista. Averiguamos qué es lo que quiere y lo que necesita, y vemos si su propuesta es viable, no solo a la hora de fabricar las piezas, sino también luego, cuando haya que ponerla en la pared o en el suelo. Entonces nosotros le proponemos la versión más cercana posible a su idea y, si es aceptada, comenzamos a producir.
¿Ácrata también trabaja con los mercados internacionales?
Trabajamos, principalmente, con Inglaterra y Rusia, y también con Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. Y por supuesto, también en España, donde tenemos distintos proyectos que ahora están en marcha.
