Huye de las posiciones catastrofistas con una sonrisa tímida pero segura. Denny Ellerman habla pausadamente sobre el cambio climático, con un más que aceptable español aprendido de su mujer, de origen gallego, que conoció cuando ambos estudiaban en la Universidad de Massachusetts.

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Tras la clausura de la cumbre de Copenhague, muchas voces hablaron de fracaso. ¿Qué sensación le produjo a usted?

Yo creo que en la vida casi nunca se puede hablar de fracaso o éxito absoluto. Pero, en todo caso, la cumbre no fue ningún fracaso. Por fin Estados Unidos y China se han comprometido a hacer algo; no sabemos cuándo ni cómo, pero se percibe un cambio de actitud. También me parece positivo que de este encuentro salieron unas pretensiones más realistas y sólidas que las de Kyoto. Es una negociación dura y lenta, pero vamos por un buen camino.

¿Pero las terribles predicciones no nos obligan a acelerar los procesos?

El cambio climático no es una crisis inmediata y no hay tanta prisa como algunos nos hacen creer; lo importante es hacerlo bien. Europa es un ejemplo para todos, no tanto por sus reducciones que, aunque sean un 10% mayores a las de otros países, a nivel global no es muy importante. Lo que tenemos que imitar todos los países son sus mecanismos para controlar las emisiones, las instituciones, la coordinación que han logrado.

¿Qué impide a Estados Unidos desarrollar unas estrategias parecidas?

En Estados Unidos no acostumbramos a decir que queremos ser mejores que los europeos y no se les ocurriría publicar que queremos imitar a Europa. Pero la realidad es que representantes del Congreso viajaron hasta aquí para conocer el modelo de actuación, ver lo que hay que evitar... Creo que es importante que los europeos sepan que son un modelo. En estos momentos, Obama tiene como prioridad reformar la sanidad y el cambio climático, aunque importante, lo deja en segundo término porque es un asunto demasiado complicado desde el punto de vista político.

¿Qué energías sostenibles habría que promocionar más?

Me parecen impresionantes los avances en energía eólica, que es más rentable y tiene más posibilidades de lo que se creía. Un problema, por el momento, son las limitaciones de almacenamiento, aunque también hace años eran impensables las pilas. La solar y la nuclear son menos seguras porque sus costes se han disparado. No hay soluciones perfectas.

¿Qué lugar ocupa España en el uso de estas energías?

España es un país líder y todo el mundo se interesa por lo que hace. Especialmente en energía eólica hay empresas españolas que han exportado con éxito sus productos a Estados Unidos, como el caso de los aerogeneradores de Gamesa, y destaca también la presencia de compañías del sector energético, como Iberdrola.

Y el ciudadano de a pie, ¿qué labor tiene en la lucha contra el cambio climático?

Lo verdaderamente imporante es que se institucionalicen los cambios. Que una persona conduzca un coche híbrido está muy bien, pero eso no va a solucionar los problemas. En América algunos opinan que los cambios necesarios para reducir las emisiones de CO2 destruirán la economía, pero Europa comenzó a adaptarse hace años y la vida no ha cambiado tanto.