Las cajas de ahorro aportan valor a la sociedad cuando ganan dinero y lo reparten de una forma más justa y solidaria. Nacieron para prestar un servicio que no existía en su época. Sin embargo, en la actualidad el mercado ha creado mecanismos para que este servicio lo presten también los bancos, sin exclusión. Por tanto, «la función social» no puede ser el hecho de prestar el servicio, si no el beneficio y su distribución. Las cajas son propiedad de los usuarios de sus servicios. Esta circunstancia generó en el pasado nepotismo, porque las sociedades masivas de pequeños propietarios son complejas de gobernar, sobre todo cuando no han puesto dinero y no son conscientes de su condición. Por ésta razón, la aparente injerencia de los políticos en las entidades se deben interpretar como un «mal menor» que deben asumir para que sus órganos de gobierno sean representativos. Este llamado «mal menor» forma parte de la esencia de las cajas y es consecuencia directa de su naturaleza… Decir que las cajas no se deben politizar es invitar al nepotismo y al descontrol, o desconocer los mecanismos que regulan las sociedades gremialistas. Cada sociedad es lo que es y en ese marco, se debe definir su estructura de gobierno. El resto es frivolizar o desconocer la realidad que las sustenta.

Los sectores con inquietudes sociales deberían ocuparse de que las Cajas tengan el tamaño necesario para sobrevivir. En caso contrario, muchas desaparecerán. Y si lo hacen, sus aportes de valor morirán con ellas…¿Quién motiva la fusión de las cajas?, aparentemente el regulador y, en menor medida, los políticos que se debaten entre el deber y el poder. La sociedad civil debería opinar sobre éstas instituciones privadas con orientación pública que en su día fundaron sus antepasados y cuyo legado hemos sabido mantener hasta el día de hoy…En su defecto, el debate se sustenta en términos estrictamente técnicos entre el «regulador» y el «político». No nos acabamos de percatar que está en juego la existencia de las Cajas como entidades sociales. Las cajas buscan fusionarse sin reducir plantillas...Las fusiones se hacen para incrementar el negocio o reducir los costes. En ciertas coyunturas las fusiones incrementan las ventas, pero, en crisis las fusiones persiguen economías de coste, y esto supone reducir los costes, si como en el caso, no se incrementan las ventas. Las fusiones de las cajas deben hacer «sangre» en lo inmediato, sobre todo, cuando se plantean en tiempos de guerra. Decir lo contrario es engañarse.

Las cajas para aportar valor a la sociedad deben mejorar sus costes por la vía de las fusiones. En caso contrario, tenderán a desaparecer, como lo está haciendo el sector público y una parte de la economía social, sin enterarse... El inmovilismo moviliza el cambio en sentido contrario al deseado: quien desee un sector financiero con predominio de las entidades de ahorro debe luchar para que evolucionen sus estructuras. Si el debate de las cajas lo realizan sus gestores, los políticos y el regulador, es probable que el resultado oriente las cajas hacia una lenta y progresiva desaparición, porque en el mundo en el que vivimos «todo cambia hasta lo que no cambia…». La sociedad civil tiene la palabra. Debemos aportar argumentos que motiven la necesidad social de fusionarse.