Victorià Jiménez

corresponsal en londres

?En Canada Square, los banqueros andan con cuidado; los adoquines son resbaladizos. Cada mañana, antes del mediodía, en la sede del cable de noticias bursátiles Thomson Reuters, varios técnicos recopilan los datos de una actividad crediticia muy particular: los depósitos que las entidades financieras se canjean para obtener liquidez suficiente y cubrir los gastos a corto plazo. Alrededor de las 11:45 am, junto a miembros representantes de la Asociación de la Banca Británica, la agencia informativa anuncia el Libor o tipo de interés interbancario de Londres, el mercado de tasas de cambio más activo del mundo.

Cuando Reuters abrió su crónica en la madrugada del miércoles 9 de junio con una "fuente bancaria" anónima, según la cual "los bancos regionales españoles han visto rechazadas sus demandas de crédito interbancario", lo cierto era que Reuters no necesitaba de nadie para saberlo.

Durante las últimas semanas, la mayoría de los bancos españoles se han visto forzados a pagar un premium incluso en el mercado interbancario europeo. El Euríbor y el Eonia -los índices de intercambios para la zona euro-vienen incrementándose en un 0,01% de un día para el otro, y este es un ritmo pavoroso si se aplica a transacciones bancarias de urgencia.

Así, no sorprende que el tipo de interés de los préstamos a tres meses que nos ofrecen los bancos británicos haya superado estos días el 0,65%, provocando que el dinero para la banca europea sea más caro en la Bolsa londinense en la actualidad, que en enero de 2010. Y los bancos españoles se llevan la peor parte. "[Esto es] debido a la preocupación en los mercados por la deuda soberana de España y la posibilidad de que se desate otra crisis a la griega", explicaba el confidente de Reuters.

Scott Ferguson, asesor de gestión financiera, me comenta: "El problema con la quiebra griega es que se le ha encontrado una solución. Pero la solución griega no le sirve a España, y en España parece que una simple chispa podría desencadenar el crac". Las Cajas no cotizan en Bolsa. Para cubrir sus apuros a corto plazo, la interbancaria es la única vía accesible. Hasta ahora.

Además del maldito ladrillo

El miércoles no fue una excepción. Según Barclays Capital, el precio de la financiación interbancaria subió unos pocos puntos básicos y el volumen de las transacciones -la actividad repo, en el argot del capital-sufrió una mengua casi inapreciable: "difícilmente se puede calificar la situación como un cierre de puertas a la banca española".

En efecto, de acuerdo con los datos del Banco Central Europeo en Frankfurt, los bancos prefirieron alojar en sus hojas de balance 364.600 millones antes que prestárselos entre ellos. El martes, la cifra fue de 362.000, y el jueves sería de 368.900 millones. La variación no justificaba el pánico que causó la nota de Reuters.

En un comunicado a sus inversores, el banco internacional UBS indicaba que "la capitalización del sector bancario de la zona euro, en su conjunto, es precaria en comparación a la de otras regiones. Esta falta de liquidez contribuye a que se haya reducido la capacidad de crédito". Por su parte, Bank of America-Merrill Lynch señala que el 68% de la deuda de los bancos españoles cotizados que vence en 2010 53.000 millones de euros-ya se ha cubierto y que "en España, la tarea de reconvertir la situación fiscal con planes sostenibles es relativamente más fácil que para la mayoría de los países vecinos".

Sin embargo, la noticia tuvo sus consecuencias. Desde el miércoles, el índice iShares MSCI Spain -que refleja la valoración de 30 de las mayores compañías españolas en la Bolsa de Wall Street-ha perdido 22 puntos.

¿Que qué significa esto?, pues que comprar hoy acciones de sólidas corporaciones como Telefónica o Banco Santander, es más barato de lo que corresponde a su rentabilidad. Para los inversores internacionales, se trata de un dulce en medio de la recesión global más profunda del siglo. Pero no se engañen: especuladores y empresas de bandera a un lado, la tendencia es innegable. Y sobrecogedora. Los mercados son conscientes de que el legado de la burbuja inmobiliaria española, tras una larga década de abusos económicos, pesa como una losa sobre el sector privado español tanto como sobre el público. Thomson Reuters calcula en cerca de 300.000 millones de euros su contribución al déficit nacional, pero admite que la cifra total está por verse.

Barclays Capital ha transmitido a sus clientes un informe privado muy reciente en el que afirma que si bien la deuda de las comunidades autónomas parece "protegida de las dramáticas variaciones que sufren los bonos soberanos españoles porque el volumen es bajo, las emisiones autonómicas carecen explícitamente de protección oficial y una cláusula de la Constitución impide su rescate [...] con implicaciones más amplias en el sistema financiero de proximidad". "Es absolutamente comprensible que el mercado interbancario de Londres se esté cerrando a cal y canto a la banca local española", dice David Karsbol, de Saxo Bank, "nadie quiere compartir el riesgo". Y menos todavía, un riesgo que se desconoce.

El dominó de las Cajas

Merill Lynch, el banco internacional de inversión, calcula que "en el peor de los escenarios, la contracción de las reservas de liquidez de la banca regional española sería de al menos el 60%".

Alan Wilde, de la firma de gestión de fondos financieros Baring Asset Management en Londres, añade que "ningún tipo de bono bancario es atractivo hoy en día, pero sin duda los españoles inspiran muchas dudas. La posición de los pequeños bancos no cotizados es, además, bastante singular, porque al no estar sometidos al libre mercado, no se conocen sus debilidades financieras".

Las sospechas no son en balde: Bancaja y Caja Madrid han reclamado 4.500 millones de euros al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria para... equilibrar el riesgo de sus activos.

Una nota en mayo de Dow Jones lo resume así: en los parqués internacionales, se teme que los cerca de 100.000 millones de euros del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria no sean suficientes para purgar las hojas de balance de las cajas. "El posible impacto del sector de las Cajas, que atraviesa hoy por una situación turbulenta", indica Christopher Bjork en el documento, "puede acarrear consecuencias negativas sobre la economía española en su conjunto, y es observada con inquietud por los inversores en deuda soberana".

La pregunta, acompañada de cabezazos contra la pared, debe resonar este fin de semana en el interior de al menos un ministerio y una consejería de Economía -como sabrán, la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor's rebajó el pasado miércoles la categoría de los bonos autonómicos de la Generalitat a A-1 con perspectiva negativa-, esto es, ¿por qué motivo se ha desperdiciado tanto tiempo para la limpieza general del sector de la Cajas?

Si piensan que exagero, echen un vistazo al panorama -y a los números. Hace dos años que el Reino Unido ha reformado sus building societies, unas entidades de crédito hipotecario de ámbito territorial limitado y cuyos propietarios son sus propios clientes. Son una especie de Cajas a la inglesa. Algunas de ellas, como Abbey y Alliance & Leicester, por ejemplo, han terminado siendo engullidas por el banco de Emilio Botín; de hecho, el Banco Santander ha ampliado así su cartera de inversores con 1,8 millones de accionistas británicos.

A este lado del Canal de la Mancha, en Alemania, también los Landesbanks regionales han destapado sus pérdidas, han revelado que una media del 20% de sus activos era crédito basura y, como en el caso de los 77.000 millones de euros del North Rhine-Westphalia, incluso han creado los llamados "bancos negativos" para aislar los productos tóxicos.

Mientras tanto, las Cajas han recorrido la misma distancia, pero en dirección opuesta. Lejos de agregar transparencia al cómputo de sus bienes y depósitos, han hundido silenciosamente en sus cuentas los activos inmobiliarios cuyo valor se ha evaporado con la depresión del ladrillo -se supone que hasta un 4% de los balances de las Cajas son propiedades embargadas por falta de cobro. Los créditos que sufren impago entre los concedidos por las Cajas son al menos un 1,6% más numerosos que en la banca cotizada.

Agujeros en los bolsillos de la banca

Analistas de Citigroup han concluido que el agujero en los bolsillos de la banca regional española suma entre 28.000 y 34.000 millones de euros. Morgan Stanley calcula que en tres años, si la consolidación del sector no se realiza y la salud crediticia de las cajas no mejora, hará falta cerca de 130.000 millones de euros para tapar el boquete. Precisamente Standard & Poor's adujo el pobre estado de las cajas para anunciar en abril el recrudecimiento de la crisis económica española: "en nuestra opinión, las agresivas estrategias de ciertas cajas de ahorros durante los años del boom, han distorsionado la competitividad del mercado financiero nacional". Si el Tesoro se hiciera cargo de su rescate, la deuda estatal alcanzaría niveles del 115% del producto interior bruto, o sea, el porcentaje de déficit que soportaba Grecia en 2009.