Unos cambios que «serán claves para su supervivencia».

Mujeres ponentes de todo el mundo buscarán en el Palacio de Congresos «otra forma de liderar y gestionar la economía» en el congreso internacional —el segundo— organizado por la asociación Evap/BPW Valencia que preside María José Mainar, quien considera que, frente a la crisis, «las mujeres representan otra actitud. Nos gusta más el trabajo en equipo, evitamos gestionar desde la autocracia, buscamos el acuerdo y la motivación. Esta forma de liderar —señala— es la que da los resultados más positivos».

¿Esta crisis económica se hubiera desarrollado de la misma manera si hubieran gobernado mujeres?

El género ha jugado un papel muy importante. Ha sido una crisis desencadenada por las decisiones de hombres. ¿Qué hubiera pasado si hubieran sido mujeres? Pues probablemente hubiera ido mejor, o igual no; ahora ya no lo podremos saber. De todas formas la pregunta hubiera sido ¿Y si la crisis en lugar de desencadenarse por la quiebra de Lehman Brothers lo hubiera hecho por Lehman Sisters?

¿Cuál es la diferencia que pueden aportar?

Las mujeres y los hombres tenemos perfiles y formas de hacer las cosas muy diferentes y no se puede entender que en una crisis tan tremenda como la que estamos viviendo se esté infrautilizando una parte del talento, el femenino. Si trabajáramos mano a mano, contaríamos con maneras distintas de pensar que aportarían más soluciones a la economía y al mundo de la empresa.

¿Es muy perceptible la discriminación a la hora de acceder a los puestos de responsabilidad de la empresa?

Pues sí, sobre todo en los procesos de selección de personal. Hay estudios que demuestran que no se trata en un plano de igualdad a hombres y mujeres, muchas veces, incluso , de forma inconsciente, porque los hombres se sienten más a gusto trabajando con hombres.

¿Usted, personalmente, ha notado esa diferencia de trato en las relaciones empresariales?

En las distancias cortas, sea con quien sea, con una entidad financiera, con otros empresarios, es muy difícil ver esa discriminación; ha de ser muy flagrante. La situación ha cambiado mucho, pero no todavía lo suficiente. Ya no queda casi nadie que diga que las mujeres no tenemos derecho a la igualdad, pero en la práctica aún quedan muchos cambios pendientes. Esa igualdad es muy difícil plasmarla en la realidad diaria.