Los ministros de Finanzas del G-20 han acordado una reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI) que dará más poder de decisión a los países emergentes. En la reunión de Gyeongju, en Corea del Sur, la Unión Europea (UE) ha decidido ceder dos de los nueve asientos que tiene en el consejo del organismo internacional en favor de estos países a los que además, les transferirán el 5% de los derechos de voto, debido a la poca representación que, hasta el momento, tenían. Aunque de momento, se desconoce cómo se repartirán los dos asientos, de los 24 que componen el directorio del Fondo Monetario.

El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, ha calificado de «histórico» el acuerdo. Para Strauss-Kahn, se trata de «la mayor reforma jamás realizada sobre el sistema de gobierno de la institución», que hace un año ya acordó el desvío de al menos del 6% de los derechos de votación a países en desarrollo como India o Brasil, cuya escasa influencia en la institución económica distaba mucho de equipararse a su impacto real en la economía mundial.

Hasta el acuerdo, los 27 estados miembros de la UE gozaban del 32% de los derechos de voto, por un 17% de EE UU. China, la segunda economía mundial, sólo podía disfrutar de un poco menos del 4% de los votos; Rusia, un 2,49%; India, un 2,44%; Brasil, un 1.78%; y Corea del Sur, el 1,41%.

Esta cesión pretende hacer este organismo «más efectivo, creíble y legitimado» y permitir su papel de apoyo al sistema financiero y monetario internacional, según han declarado en un comunicado.

Los ministros de Finanzas de este grupo expresaron su apoyo a «mitigar el riesgo de excesiva volatilidad en los flujos de capital hacia países emergentes», que se han intensificado con la crisis. Asimismo, se ha reafirmado el compromiso de colaborar a favor de un «crecimiento fuerte, sostenido y equilibrado» y observaron que el ritmo de la actividad económica sigue siendo «modesto» en muchas economías avanzadas, aunque es «fuerte» en muchos mercados de las economías emergentes.

Sin acuerdo en las divisas

Esta reunión, en cambio, se cierra con el hecho de que no se ha conseguido uno de los principales objetivos de la cumbre, que era el de convencer a las economías en desarrollo para apreciar sus respectivas monedas a corto plazo. La llamada guerra de divisas, por la que algunos países emergentes intentan atraer flujos de capital, pone en peligro la recuperación mundial al alimentar la volatilidad en los tipos de cambio y ser fuente de incertidumbre.

No obstante, la propuesta estadounidense para limitar el superávit o el déficit de los países miembros al cuatro por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) no está siendo bien acogida tanto por países ricos, como Alemania, Japón o Australia, ni por los emergentes. La propuesta ha acabado diluida, al parecer, por no contar con los apoyos suficientes, según han informado medios surcoreanos, aunque Seúl se ha unido a Washington en sus sugerencias para que a través de esa medida se limiten los desequilibrios que amenazan la recuperación mundial. Algunos miembros del G-20, compuesto por países industrializados y los emergentes, citan las diferencias de crecimiento, demografía y composición de sus distintas economías para no apoyar que se establezcan límites artificiales a sus balanzas comerciales y por cuenta corriente.

Corea del Sur ha presionado para que se alcance un consenso que facilite un acuerdo en la cumbre de Seúl de noviembre sobre la reforma del FMI, donde los países emergentes quieren tener más peso representativo.

Hasta el momento, no se ha plasmado un acuerdo para establecer un nuevo sistema de cuotas que hagan del FMI una institución más eficiente para gestionar crisis y extender una red de seguridad, como se decidió en anteriores acuerdos de este grupo.

El G-20 lo componen los siete países más industrializados (EEUU, Reino Unido, Canadá, Italia, Francia, Alemania y Japón) junto a Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Rusia, Arabia Saudí, Suráfrica, Corea del Sur, Turquía y la presidencia de la Unión Europea. En esta reunión participan los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales.

EE UU pide límites para los desequilibrios

Estados Unidos propuso en la reunión del G-20 una solución para evitar que las tensiones en el mercado de divisas pasen a ser una guerra que amenace la recuperación económica. Esta petición, presentada ante los ministros de Finanzas del G-20 y los gobernadores de los bancos centrales, reunidos el viernes y sábado en Corea del Sur, pretendía poner límites a los desequilibrios económicos para que los países que mantienen bajo, de manera artificial, el valor de su divisa cambien la estrategia. Se pretendía adoptar políticas consistentes con la reducción de sus desequilibrios externos por debajo de un porcentaje del producto interior bruto (PIB) en los próximos años. La propuesta provocó la división inmediata en el seno del grupo.