Fue a principios de año. Casi sin hacer ruido, el empresario Andrés Ballester decidió prescindir de la franquicia de Meliá para su hotel Valencia Palace de la Alameda. Como a muchos inversores locales prefirió invertir en su propia marca Singular Hoteles (SH) y ahorrarse los costes derivados de sumarse a la imagen y red de comercialización de Meliá. No en balde, en realidad la gestión siempre corrió de su parte, por lo que se ha mantenido el equipo directivo y gestor.

Es la misma opción, aunque algo más ambiciosa por la que optó la familia Sirwani cuando decidió ligar el Hotel Palacio de Congresos a Hilton. La multinacional americana prestaba su marca, red comercial y parte de asesoramiento, pero la gestión corría cargo de los Sirwani. Ahora que el hotel está en fase de liquidación, Hilton reclama una indemnización y se ha convertido en un escollo para que el inmueble cambie de manos. El fondo de inversión francés Continental Property Investments (CPI), ligado al libanés Boutros El-Khouri, ha hecho una oferta que ronda los 40 millones de euros con la intención a su vez de ceder la gestión al Grupo Barceló.

No será el único hotel cinco estrellas que CPI tengan en cartera. El fondo está aprovechando la crisis para adquirir establecimientos de alta gama en España. El pasado mes de mayo, cerró la compra a Metrovacesa (que arrastra problemas económicos) de un conjunto de activos inmobiliarios en Madrid que incluyen los hoteles Husa Princesa y Husa Moncloa, además de un edificio de oficinas y locales comerciales. La operación alcanzó los 122 millones de euros.

Los problemas de la constructora valenciana García Ojeda la llevaron a entregar en dación de pago al Banco de Valencia el hotel Hesperia, un cuatro estrellas que ha tenido que cerrar sus puertas. La entidad busca ahora comprador. La cadena Husa, que preside Joan Gaspar, se ha interesado. Pero hay otros novios.