La aversión del capital internacional contra la economía periférica europea vuelve a la carga: la Generalitat Valenciana ha llegado hasta noviembre sin obtener el 43% de los 6.000 millones de euros (2.580 millones) que necesita para refinanciar el déficit público en 2010.

Según Fitch Ratings, la única salida a la penuria actual del gobierno de Camps sería recurrir a la venta de bonos y pagarés a corto plazo en el mercado minorista, como hiciera en octubre con la emisión de 1.000 millones de deuda colocada a través de Bancaja y CAM. Para ello, el Ejecutivo central ha ampliado la capacidad de oferta de pagarés de la Generalitat, desde 1.700 millones de euros hasta el nuevo límite de 3.000 millones. Así, la administración valenciana podría evitar la asfixia crediticia que le causaba la barrera oficial de los 4.500 millones en deuda autonómica de máximo para comercializar en los mercados.

La recesión, sin embargo, ha demostrado ser más estricta que el Ministerio de Economía y Hacienda, y los inversores en Londres y Wall Street dudan ahora de que ni siquiera el sector financiero regional disponga de pulmón suficiente para garantizar una vía de soporte al estrangulado erario valenciano.

Juego para los oportunistas

El departamento comercial de uno de los fondos de inversión especulativa en Mayfair (Londres) mantiene una visión más optimista, aunque no por los motivos que el gobierno valenciano desearía. V. K., uno de los agentes bursátiles del fondo, comenta con discreción a Levante-EMV que "los bonos regionales europeos son muy interesantes porque las administraciones 'subsoberanas' se ven forzadas a ofrecer altos rendimientos".

Desafortunadamente, sólo el capital de riesgo y los inversores rapaces parecen ver algún provecho en la situación por la que atraviesa la economía del sur de Europa. Especialistas del sector bancario como Geraldine Lambe, en cambio, alertan contra anteriores e injustificados excesos de confianza. "Con los gobiernos estatales atrapados en esta sequía de capital, algunos mandatarios europeos esperaban que las administraciones regionales y municipales podrían acudir a los mercados de bonos para recabar fondos", afirma Lambe, "pero no está sucediendo así, sino lo contrario".

BNP Paribas apunta que los requisitos que la inversión exterior exige a las comunidades autónomas españolas para inyectar capital en sus operaciones se han recrudecido conforme las bolsas se preparan para finalizar el año. Las calificaciones de las agencias de riesgo son consistentemente negativas, por lo que "los emisores regionales [como la Generalitat Valenciana] ven imposible acceder al crédito con fechas de vencimiento a largo plazo, más convenientes para superar la etapa dura de la recesión".

Malas notas

En efecto, la agencia Standard&Poor's (S&P) describe la deuda del Consell con las palabras "alta" y "riesgo creciente". Su último informe de octubre señala que "históricamente, el acceso de la comunidad autónoma a los mercados del capital ha sido fluido y se le concedía largas líneas de crédito. Esta bonanza pertenece hoy al pasado".

S&P ve "un deterioro progresivo del balance de fondos de la región", cuyo resultado es la falta de liquidez a corto plazo de las finanzas públicas. Las conclusiones a las que ha llegado la agencia Moody's coinciden con las de S&P: aunque la urgencia del gobierno valenciano por obtener préstamos representa menos del 25% de sus ingresos -en el caso de Cataluña, la cifra es del 40%, los datos revelan que la hacienda valenciana recauda menos por impuestos directos e indirectos en 2010 que cinco años atrás.

Según Moody's, entidad que el pasado viernes bajó la nota de la deuda del Consell desde "Aa3" a "A1", situándola con "perpectiva negativa", la pérdida es de 1.267 millones de euros. Además, en un comentario del mes pasado sobre las previsiones de la Generalitat del producto interior bruto valenciano que se obtendrá en 2011, Moody's asevera inequívocamente que son "irreales". "Únicamente cuando países grandes como España resbalen en la escalera de la deuda, el euro comenzará a tener problemas serios", se lee en un dossier reciente de Deutsche Bank AG. De igual forma, para España, cuando autonomías de las que depende la balanza exterior estatal y su productividad den signos de agotamiento, la recesión olerá a depresión. Diciembre será decisivo, no sólo para las finanzas públicas valencianas.

Los expertos creen que las cajas deben cerrar un 30% más de oficinas

"Las dificultades de las entidades bancarias, especialmente de aquellas que arrastran pérdidas sin declarar como las de la periferia española, van a empeorar, y la presión económica va a crecer", dice Edward Harrinson, un ex asesor de Deutsche Bank. Christopher Bjork, autor del blog The Source para el periódico de negocios "Wall Street Journal" se muestra de acuerdo: "tras haberse engullido el dinero del rescate público que había de facilitar su reforma, las cajas se han lanzado a competir contra los bancos y ofrecer cuentas corrientes en condiciones que provocan pérdidas pero que logran captar depósitos". La única explicación de esta campaña es que "los inversores internacionales en Londres continúan discriminado a la cajas, y éstas no tienen otra opción que intentar ampliar su cartera de clientes a toda costa". En opinión de Andrew Lim, analista en la firma Matrix Corporate Capital, las cajas han incumplido las promesas que hicieron durante los compromisos de fusión, como por ejemplo el cierre oficinas comerciales (aún existe un exceso del más del 30%). "En los mercados, la pregunta es hasta cuándo pueden seguir operando como si la crisis no les afectara. En realidad -cree Lim-, lo único que están consiguiendo es retrasar el momento en que reconozcan el estado real de sus cuentas". v. jiménez londres/corresponsal