Las difíciles relaciones entre Cajastur y CAM eran vox populi desde el inicio de la fusión "fría", en mayo de 2010. El papel del presidente de la entidad asturiana, Manuel Menéndez, consejero delegado con muy amplias atribuciones en el nuevo banco, despertó recelos en la caja alicantina ya el pasado verano, poco menos de un mes después de que arrancara la alianza. Latían, además, otras reticencias que respondían a dos modelos de gestión muy distintos, con un componente político más intenso en el caso de la caja alicantina y más profesionalizado en el de la asturiana.

El liderazgo de la caja asturiana se explicó así: aun siendo CAM mucho mayor, Cajastur goza de más solvencia, una mayor rentabilidad sobre activos y una menor morosidad. La prevalencia y el control por parte de la entidad asturiana iban, además, avalados por el Banco de España ante la necesidad de dar estabilidad a la fusión y de "profesionalizar" su gestión.

Los recelos en el seno de CAM, que intentó convencer al Banco de España para reducir las atribuciones de Manuel Menéndez, se simultanearon con las críticas de sectores económicos y sociales de Alicante, que veían con malos ojos la preponderancia de la caja asturiana.

Los ataques a Cajastur llegaron también desde las organizaciones sindicales de CAM. El sindicato mayoritario en la entidad, Sicam, llegó a solicitar a la Comisión Nacional de la Competencia que paralizase cautelarmente la fusión. Posteriormente, se firmó un pacto laboral del que quedaron descolgados los sindicatos de CAM.

El primer riesgo de ruptura se vivió a mediados de julio, cuando CAM se limitó a "aceptar", no aprobar, el documento de integración, excepto en los apartados en los que se describían las facultades de Menéndez como consejero delegado de la futura entidad.

La intervención

El Banco de España intervino para que CAM recondujese su postura y Cajastur suavizó el texto del contrato para no molestar en Alicante. A trancas y barrancas el proyecto arrancó de nuevo y se aceleró el proceso para que la fusión fuese efectiva en enero de 2011. Pero en noviembre hubo un nuevo momento de tensión, cuando el consejo de CAM aplazó la cesión de poderes y facultades al Banco Base por las dudas de un grupo de consejeros.

Se arregló de nuevo y se llegó a decir que no había riesgo de ruptura, pero el tiempo demostró que las discrepancias nunca se solventaron. Hace sólo unos días se conocieron nuevas fricciones por desavenencias de CAM por la gestión que impone Cajastur, que exige más rigor y austeridad. Caja Extremadura y Caja Cantabria la apoyan.