La reestructuración de la deuda griega está siendo tema de actualidad en las últimas semanas. Eminentes economistas han coincidido en que Grecia no va a poder hacer frente a sus deudas y se precisa de una reestructuración de la misma. Sin eufemismos, reestructurar es realizar una quita como en cualquier concurso de acreedores; es imposible que Grecia pueda pagar lo que debe. Si ello es así, ¿por qué no se aplica la quita?. ¿Porque las autoridades europeas y, especialmente, el Banco Central Europeo esperan ganar tiempo aplicando medidas de parcheo, para alargar los plazos de pago y pretenden que con el dinero público de todos los europeos se salve a Grecia de una quiebra? Sencillamente, porque una quita de la deuda griega conllevaría que se descubriera la mayor estafa perpretada en la historia de la humanidad. Todas las emisiones de deuda griega y de otros países han ido acompañadas de la compra de derivados que aseguraban su cobro -los sofisticados CDS o Credit Default Swap-. Pero los vendedores de ese tipo de derivados no disponen de fondos para hacer frente a sus obligaciones contractuales.

Reestructurar la deuda de un país no sería una novedad. Recordemos cuando se procedió a una quita de la deuda argentina y de otros países y los bonos Brady; que pregunten a los inversores italianos y franceses que poseían títulos del Estado argentino cuánto perdieron. En aquel periodo no existían aún los productos que aseguraban el cobro de las emisiones, por lo que los tenedores de títulos tuvieron que asumir la pérdida como cualquier acreedor en un concurso. Así debería efectuarse con la deuda griega; pues, en este caso, los tenedores de títulos griegos harían efectivos sus contratos de seguro y exigirían que se les pagase la parte de pérdida asumida. Los tenedores no perderían por su inversión. Por lo tanto, ¿Qué necesidad hay de salvar a Grecia? Si ella no paga, los tenedores tampoco perderían. El secreto está en que los sindicatos bancarios vendedores de esos seguros, que se han lucrado con cuantiosas comisiones -ello explica por qué los bancos de inversión americanos se han recuperado tan rápidamente y han vuelto a repartir millonarios sueldos entre sus directivos-, no disponen de fondos para cumplir su parte del contrato y asumir las pérdidas que supondría esa quita. Pues las entidades que venden CDS no están obligadas a crear reservas, ni provisiones como las clásicas compañias de seguro.

Por ello, nuestras autoridades monetarias pretenden que esa estafa no se descubra y que recaiga sobre las espaldas de los contribuyentes europeos el coste de salvar a Grecia y pretenden ganar tiempo, cambiando los tenedores de la deuda pública griega que pasarían de ser entidades privadas -que han pagado un aseguramiento- a los entes públicos europeos, es decir, los contribuyentes europeos. Asistimos, pues, a una operación de encubrimiento de la mayor estafa de la historia de la humanidad, encubrimiento perpetrado por las autoridades europeas en beneficio de la banca de inversión vendedora de CDS. Como detrás no hay fondos para pagar la quita de la deuda asegurada, pretenden que lo paguemos los ciudadanos europeos con nuestros impuestos. Un motivo más para que la ciudadanía se indigne.