Modesto Crespo no sólo pasará a la historia como el último presidente de la Caja del Mediterráneo, sino también como el primero que cobró un sustancioso sueldo por ejercer un cargo que únicamente es representativo.

A pesar de haber llegado al cargo en plena crisis económica y con la caja en una situación de debilidad extrema, Crespo se aseguró una asignación anual de 300.000 euros, cantidad que fuentes de la entidad aseguraron ayer que ha ido creciendo en los dos últimos ejercicios hasta los 380.000 €, aunque éste último dato no ha podido ser contrastado por este periódico.

Para evitar la polémica, puesto que la presidencia de la CAM no es ejecutiva y, por tanto, no tiene por qué llevar aparejada ninguna retribución, Crespo utilizó la añagaza de cobrar a través de una de las sociedades creadas por la entidad, concretamente TI Participaciones.

La CAM mantuvo durante años la política de que a los consejos de las empresas en las que participaba acudieran en su representación directivos de la entidad. Las indemnizaciones por la pertenencia y asistencia a esos consejos eran reintegradas por los directivos a la caja, aplicando el principio de que el ejecutivo de la entidad ya tenía un salario y cuando acudía a algún consejo.

Sin embargo, con el fin de contentar a los miembros del consejo más combativos, la norma fue flexibilizándose y algunos consejeros importantes fueron sustituyendo a directivos en distintas empresas e ingresando esas dietas en sus cuentas y no en las de la caja.

Pero el sistema nunca había sido aplicado a los presidentes. Ni Román Bono ni Vicente Sala quisieron cobrar nunca cantidad alguna por representar a la caja en ningún consejo, sino que cuando por razones de conveniencia de la propia entidad les correspondía ocupar plaza en alguno de los órganos de gobierno de esas sociedades se aplicaban a sí mismos idéntica fórmula que regía para los directivos y reintegraban lo cobrado. De hecho, en el último ejercicio en que Sala presidió la CAM por asistencia a reuniones de este tipo le correspondía percibir más de medio millón de euros, cantidad a la que renunció para que se reintegrara a la entidad.

La llegada de Modesto Crespo alteró definitivamente el sistema. Fuentes del consejo señalaron que Crespo empezó por dirigirse al entonces vicepresidente Antonio Gil Terrón para quejarse de que llevaba en la caja dos años sin cobrar, a lo que éste, le respondió que él llevaba ocho sin percibir cantidad alguna (Gil Terrón ni siquiera aceptaba los viajes que se organizaban para «premiar» a los consejeros) y no veía problema en ello. Finalmente, Crespo encontró la forma de percibir un estipendio por presidir la caja. Según fuentes de la entidad de toda solvencia, se le asignó una retribución como miembro del consejo de Tenedora de Inversiones y Participaciones S. L. (TI Participaciones).