Los nuevos administradores del Fondo de Reestructuración Bancaria (FROB) para la CAM han dado un paso más en la toma de control de la gestión de la entidad, tras su intervención por parte del Banco de España el pasado 22 de julio y el cese automático del consejo de administración. Ayer mismo destituyeron y suspendieron de empleo a la directora general, María Dolores Amorós, a la que habían mantenido provisionalmente en su puesto desde que fueran nombrados por el Fondo para hacerse cargo de la caja. Los interventores -José Antonio Iturriaga, Tomás González y Benicio Herranz- informaron de la suspensión a la plantilla a primera hora de la mañana, mediante comunicación interna, y son ellos los que asumen ahora las funciones que tenía Amorós.

La destitución, no obstante, no lleva aparejada una suspensión de sueldo, dado que Amorós "sigue siendo empleada de CAM", aunque aún no le han asignado nuevas funciones, según señalaron en la entidad. Estas mismas fuentes dijeron desconocer el tiempo en que se mantendría esta situación, así como el montante de la retribución de la ya exejecutiva. Sin embargo, según distintas fuentes, la situación podría no variar, dado que el futuro que le espera a la caja es la subasta, probablemente, en septiembre, según se baraja en el sector financiero.

Mano derecha de López Abad

Amorós ocupaba el cargo desde 11 de noviembre de 2010, cuando sustituyó a Roberto López Abad, quien renunció al mismo para asumir una dirección general en la ya extinta "fusión fría" con Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria. Su nombramiento entonces se consideró como un relevo natural, debido a que venía siendo la mano derecha de López Abad al ocupar desde 2001 la dirección general adjunta y coordinar las principales áreas de negocio y del grupo empresarial de la entidad, donde había desempeñado puestos de responsabilidad desde 1988.

Su trayectoria en puestos de relevancia ha estado estrechamente vinculada a la del propio López Abad, bajo cuya dirección Caja Mediterráneo registró una época de expansión -tanto dentro como fuera del territorio nacional- y que coincidió con el "boom" inmobiliario, un sector al que la entidad se expuso abiertamente y que en los últimos años de crisis se ha revelado como un lastre que ha contribuido a empujarla a la situación en la que se encuentra actualmente. La CAM -intervenida y a punto de ser sacada a subasta- registra ahora una elevada tasa de morosidad (8,7%), por encima de la media del sector.

Desde la incorporación al proceso de fusión con Cajastur de López Abad -ahora un recién prejubilado con una importante indemnización de 3,8 millones, según distintas fuentes-, fue María Dolores Amorós la que tomó las riendas, junto al expresidente Modesto Crespo, y la que tuvo que afrontar los momentos más delicados de Caja Mediterráneo cuando fracasó la alianza. Las otras entidades decidieron romperla por las grandes diferencias que encontraron entre el balance real que arrojaba la caja y las cuentas que se le habían presentado, según argumentaron. En un contexto de reestructuración del sector y con el aumento de los requisitos de solvencia, las tres entidades decidieron no asumir los riegos que le suponía fusionarse con la CAM.

Firma en plan de ajuste

Sola en un escenario de reordenación en el que ya se habían cerrado la mayoría de procesos de concentración, con un deteriorado balance por su excesiva exposición al sector del ladrillo y con la necesidad de recapitalizarse, Caja Mediterráneo tuvo que diseñar un plan de negocio para acogerse a las ayudas del FROB que le permitieran operar en solitario y alcanzar los mínimos de solvencia (10%).