Aunque en teoría conservan todo su dinero, no pueden disponer ni de un sólo euro. Es la situación en la que se encuentran miles de pequeños inversores que decidieron apostar por las participaciones preferentes de la CAM para rentabilizar sus ahorros y que ahora han quedado atrapados en un círculo vicioso tras la nacionalización de la entidad. La caja llegó a captar hasta 1.400 millones de euros por esta vía, más del triple que con las cuotas participativas.

Al tratarse de títulos de deuda perpetua, la única forma de recuperar la inversión realizada es vender las participaciones a otro inversor, algo relativamente sencillo hasta hace unos meses debido a la alta rentabilidad que ofrecían, de hasta un 7,35% anual. El problema es que tras la intervención de la CAM y las elevadas pérdidas declaradas -que impedirán el pago de intereses el próximo año- la demanda de estos valores prácticamente ha desaparecido y los propietarios no tienen manera de hacer efectivos sus ahorros.

Las constantes quejas que está provocando esta situación se ha convertido en uno de los mayores quebraderos de cabeza para los empleados de la red de oficinas de la CAM, que deben hacer frente a diario a clientes descontentos y con frecuencia muy enojados por este motivo, mientras los nuevos administradores de la entidad designados por el FROB tampoco transmiten instrucciones claras.

De hecho, el número de afectados por la falta de demanda de las preferentes es mucho mayor que el de las cuotas participativas, los títulos similares a las acciones que también lanzó la caja y que ahora han perdido la mayor parte de su valor ante la negativa de los nuevos gestores a recomprarlas. La CAM captó con las cuotas alrededor de 300 millones de euros, una cifra que palidece ante los casi 1.400 millones de euros que la entidad colocó en sus cuatro emisiones de participaciones preferentes de los años 2001, 2002, 2005 y 2009, según datos en poder de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Tanto las cuotas como las preferentes de la CAM comparten otra característica: fueron colocadas en su mayoría a través de las propias oficinas de la entidad, en vez de recurrir a los circuitos habituales, y en muchos casos se vendieron a clientes poco habituados a este tipo de productos, contraviniendo las recomendaciones de los supervisores del sistema financiero. Al menos así lo creen las principales asociaciones de consumidores especializadas en el sector bancario, que ya preparan decenas de reclamaciones con este argumento.

"Las participaciones preferentes son un producto complejo, no apto para cualquier inversor, y la CAM los vendió indiscriminadamente", asegura el responsable de Ausbanc en Alicante, Pedro Pérez, que, no obstante, descarta una acción colectiva. "Hay que demostrar caso por caso que el comprador no tenía los suficientes conocimientos financieros para saber qué era lo que realmente estaba adquiriendo. Por ejemplo, una persona que invierte habitualmente en Bolsa, no podría alegar esto", explica.

El primer paso en estas reclamaciones es presentar un requerimiento extrajudicial solicitando la nulidad del contrato de compra de los títulos. Si la CAM lo rechaza, el siguiente paso son los tribunales.

En la carta de despido de la exdirectora general de la caja, María Dolores Amorós, los propios administradores del Banco de España llamaron la atención sobre la excesiva utilización de estos productos que realizó la anterior cúpula de la entidad para captar nuevos fondos, lo que permitió un crecimiento de la caja "por encima de lo razonable". Igualmente, denunciaron el "grave riesgo reputacional" que asumió la CAM "al colocarlos en la propia red de la caja".

Advertencias de la CNMV

También CNMV ha advertido en los últimos años sobre el abuso de las participaciones preferentes que estaban realizando muchas entidades, no sólo la caja alicantina. Así, por ejemplo, también Caja Madrid tiene colocadas más de 4.000 millones y Bancaja unos 600 millones. No obstante, fueron los grandes bancos los que más las utilizaron. Con frecuencia suelen venderse como una inversión garantizada puesto que el valor nominal de los títulos siempre es el mismo y es en base a ese valor al que se pagan los intereses acordados, bastante generosos. Sin embargo, en la práctica, su precio real depende del interés que haya en el mercado por esa emisión cuando el comprador inicial necesite vender. Si es menor al precio de salida, las opciones son vender a pérdidas o esperar.