El propietario de un restaurante en Atenas Mike Zoulas dice que generaciones de su familia pagaron el coste de una Europa dividida y ahora es el momento de luchar para mantenerla unida. Su abuela alemana huyó de Konigsberg, actualmente el enclave ruso de Kaliningrado, adelantándose a las fuerzas soviéticas que avanzaban en 1945. En 1922, su padre griego huyó de Smyma en Turquía con su madre hacia Tesalónica. Su padre volvió a abandonar Grecia en 1946 durante la guerra civil griega, llegando al Reino Unido con un billete de cinco libras antes de encontrar trabajo en Francia, Brasil y Alemania.

"A veces hay que poner manos a la obra", dijo Zoulas, de 46 años, padre de tres hijos que abrió este espacio de comidas en la capital griega en julio cuando los líderes de la Unión Europea prometieron un segundo plan de rescate para la endeudada economía de Grecia. "Migrar no es una opción. Mi familia ya se mudó demasiadas veces".

La amenaza del colapso económico se ha convertido en un estilo de vida para los griegos, en tanto analizar los pros y los contras de recortes permanentes en salarios y pensiones o la aceptación, la emigración o una provocación que podría desembocar en la expulsión del euro.

Las dudas respecto de que Grecia pueda mantener el rumbo destruyeron la confianza en la capacidad de Europa para lidiar con la crisis de la deuda, aumentando los costes de endeudamiento de países como Italia y España y desatando la especulación en el mercado de que la zona euro se desintegraría. "Grecia está en verdad patinando en la cornisa", dijo Thomas Costerg, economista de Standard Chartered Bank Plc de Londres.

"El tema fundamental es que no hay mucha amortiguación contra potenciales shocks en el plan de rescate. Lo último que necesitamos en Europa es que Grecia vuelva a estar en centro de la escena".

Grecia pertenece a Europa

"Grecia pertenece a Europa y no existe el concepto de Europa sin Grecia", dijo Papademos a los legisladores en el parlamento de Atenas recientemente. "Pero nuestra participación en el euro significa reglas y obligaciones que debemos cumplir". Abandonar el euro agravará infinitamente más la situación, dice Papademos.

El pasado viernes, Bruselas se negó a aumentar el segundo rescate de Grecia, a pesar de las peticiones de Lucas Papademos y del empeoramiento de la situación financiera. Así, la Comisión Europea mantendrá la cifra de 130.000 millones de euros. Garantizar que Grecia mantenga el euro es la tarea del primer ministro Lucas Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo que ayudó a dirigir al país hacia la moneda una década atrás.

El desempleo se acerca a un récord, con más de 40 por ciento de los menores de 24 años sin trabajo. La economía se contraerá; por quinto año, la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, y los griegos están enviando depósitos bancarios al exterior en los niveles más altos en una década por lo menos. Siete huelgas generales paralizaron al país este año, dejando la basura apilada en las calles y a viajeros varados. Manifestantes furiosos atacaron a políticos en asambleas públicas y frente al Parlamento griego, lanzándoles yogur y huevos, y llamándolos traidores.

La inflación que acompaña la adopción de una nueva moneda lesionará los ingresos de los trabajadores; pagar la deuda denominada en euros será más difícil, cuando no imposible; y el valor de los activos griegos públicos y privados caerá en picado.

"El país debe tratar de permanecer en la zona euro a toda costa, con todo lo que haga falta", dijo Kostas Dimitrokalis, de 53 años, hotelero de la isla de Santorini. "Es la única posibilidad y probablemente la última, de que Grecia pueda llamarse a sí misma miembro de la familia europea y no del tercer mundo"