Un poeta portugués, Fernando Pessoa, se atrevió a escribir un cuento sobre un banquero anarquista. La realidad, tan extraordinaria como la ficción, nos ha dado un banquero poeta que en su juventud profesó el comunismo radical. Es alcoyano. Se llama Francesc (o Francisco o Paco) Verdú. Y es desde mayo del año pasado el consejero delegado de Bankia, el banco participado por Bancaja. Verdú fue fichado por Rodrigo Rato, el mandamás de Bankia, cuando ejercía como vicepresidente en la Banca March, la institución familiar del banquero de Franco. Su carrera profesional desde la base ha alcanzado la cúspide del sistema financiero español como número dos del tercer banco del país. El reto es formidable para este hombre afable, sencillo, intuitivo, inteligente, amante de la pintura y la lectura, tal como le recuerdan los amigos y conocidos consultados por este diario para tratar de ahondar en la labor como poeta de este alto ejecutivo financiero, cuyo mundo profesional, implacable y en ocasiones despiadado, poblado de cifras y de algo tan prosaico como el dinero, tiene tan poco que ver con la creación artística.

Una distancia sideral que existe también entre sus orígenes y la cima social que ha alcanzado a sus 56 años. Procedente de una familia humilde, cuyo patriarca era un obrero del textil, como tantos otros de la entonces industriosa Alcoi, Verdú siempre recurrió a becas para poder costearse sus estudios, primero en la Universidad Laboral, para el bachillerato, y luego en la Universitat de València, donde se licenció en Ciencias Económicas con unas notas de matrícula de honor, como recuerda el poeta y director del Institut Francesc Ferrer i Guàrdia de Benimaclet, Manel Rodríguez Castelló, un paisano que era vecino suyo en ese barrio de Valencia en los lejanos años de la carrera. Rodríguez, quien admite haber perdido el contacto con Verdú desde aquellos tiempos de juventud, recuerda al consejero delegado de Bankia como alguien «afectuoso, comprometido y muy nacionalista en términos culturales». Su izquierdismo de aquellos años, acorde con sus orígenes familiares y territoriales y la oposición al tardofranquismo de tantos jóvenes de entonces, le dio para militar por un período que Rodríguez no puede precisar en la OPI (Oposición de Izquierdas) al Partido Comunista de España (PCE). Una escisión de la formación política liderada por Carrillo.

Como a tantos otros, el paso de los años iría templando aquellos ímpetus. Verdú, quien no ha querido atender las varias peticiones de este diario para hablar de su faceta poética, inició su carrera profesional en el Banco de Vizcaya y participó después en la fusión que dio lugar a Argentaria (Caja Postal, Banco Exterior y Banco de Crédito Local). Era director general de la Caja Postal cuando en 1996 fue fichado como consejero delegado de la Banca March. Pero en todo este tiempo, a pesar de todas las vicisitudes y el ascenso social, Verdú ha mantenido su interés por la literatura y ha publicado varios libros de poemas, aunque su trascendencia en este ámbito sin duda es menor. En especial, en su tierra de nacimiento, donde, más allá de su labor bancaria, es poco conocido como poeta.

Tan es así que el expresidente de la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana, Jaume Pérez Muntaner, ignoraba su producción. Su antiguo amigo Manel Rodríguez Castelló apunta al respecto que en realidad Verdú «no es un profesional, sino más bien un aficionado a la poesía» y justifica el desconocimiento de su persona a su relativo distanciamiento del territorio. Y es que, aunque el consejero delegado de Bankia tiene a gala su condición alcoyana, donde mantiene amigos de larga duración como el pintor Antoni Miró —la pintura es otra de sus pasiones y, de hecho, está considerado el principal coleccionista de este artista— y donde ha sido capitán de una filà de moros y cristianos, lo cierto es que Verdú ha desarrollado su trayectoria profesional en Madrid y Palma de Mallorca.

Tal vez por eso sea en las islas Baleares donde se perciba un mayor eco de su trayectoria artística. Lleonard Muntaner ha sido el editor del último libro publicado por Verdú: Alçar la mirada (2003). Afirma que el «gran banquero, como no tiene apenas tiempo, aprovecha sus numerosos viajes para escribir» lo que califica como una «poesía muy intuitiva, de flases». El editor considera que, «salvando las distancias, Verdú me recuerda a veces a Vicent Andrés Estellés; tiene la fuerza del mediterráneo, las fuerza de los valencianos, ese poco de alegría pero rozando los fuegos artificiales». Su editor valenciano, Eliseu Climent —la editorial 3i4 sacó al mercado, con prólogo de Isabel-Clara Simó, el libro de poemas La flaire dels codonys—, opina que la de Verdú es una «poesía cívica, muy arraigada al país e influenciada por la poesía popular».

Poesía castellana

Por contra, el novelista y periodista mallorquín Llorenç Capellà, asegura con rotundidad que su amigo Verdú «es el Miguel Hernández de la poesía catalana en cuanto a expresividad y honestidad en la palabra». En una prueba inequívoca del paso del tiempo, Capellà matiza que entre ambos poetas hay una distancia «ideológica, dado que les separan siete décadas, pero también es poco barroco y dice las cosas claras y directas». A este respecto, el escritor mallorquín recuerda que Verdú «tiene una formación en castellano» —de hecho ha publicado en esta lengua— y «más influencia de la generación del 27 que de los poetas catalanes. No toma nada de Josep Carner, pero sí de Pablo Neruda».

Capellà considera que Verdú «no es un intelectual de despachos, sino de la calle» y, como profesional, opina que «no hay en él dos personalidades, si bien creo que el poeta domina al economista: En la conversación, en la pasión que pone en las cosas de la vida siempre está el poeta». El editor mallorquín Lleonard Muntaner desvela que Verdú «tiene mucha poesía en el cajón. Va escribiendo, pero no ha seleccionado el material con el que pueda publicar un nuevo libro». Son nueve años de silencio desde 2003 y el atribulado panorama financiero no augura que tenga mucho tiempo ahora para compilar poesía. ¿O sí?

El hermano escritor

La vocación literaria del consejero delegado de Bankia parece formar parte de los genes de su familia. Tan es así que su hermano Jordi Raül Verdú (1960) es un consumado escritor de literatura infantil y juvenil. El joven Verdú es maestro y ha ejercido su profesión desde 1981 en Alcoi, Madrid, Andorra y dos ciudades de Estados Unidos: Los Ángeles y Alexandria. Como él mismo explica, su obra «literaria se centra, fundamentalmente, en el cuento, que siempre suele estar relacionado con la naturaleza». Como recordaba su paisano y colega de profesión Manuel Rodríguez Castelló, Verdú también recopila «rondalles» populares valencianas. j. c. valencia