Por si no se hubieran producido cambios sustanciales en estos años de crisis, el sistema financiero español afronta la enésima reconversión con el rescate a la banca pedido por el Gobierno a sus socios europeos. Una de las 32 condiciones exigidas por Bruselas contempla la creación de un banco malo, en concreto lo que el documento denomina agencia de gestión de activos. Se trata de una entidad que aglutinará los activos tóxicos que atenazan a las entidades financieras, fundamentalmente procedentes del sector inmobiliario. El diario El Mundo aseguraba ayer que el Ejecutivo se plantea la posibilidad de reconvertir el Banco de Valencia en ese banco malo. Sería la fórmula ideal para que este instrumento esté en marcha de forma urgente, como parece necesario, dado que la entidad valenciana cotiza en Bolsa y está intervenida y en manos del Estado en casi el 91 % del capital. Según el citado rotativo, el banco recibiría una dotación de 10.000 millones y tendría capacidad de endeudamiento apoyado por el BCE, que aceptaría sus emisiones como de primera calidad.

El catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València, Joaquín Maudos, asegura que el documento no precisa si deben crearse una agencia que integre los activos de todo el sector o varias, pero, en cualquier caso, deberá ser un banco al que se transfieran los activos "a precios razonables, no de mercado" y que deberá emitir bonos que comprará el BCE y con los que se quedará con los activos del sector. Ante esas condiciones y partiendo de la premisa de la rapidez con que debe crearse este instrumento, el Banco de Valencia tiene buenas papeletas para jugar ese rol, a pesar de que queda la incógnita de qué sucederá con sus accionistas. Aunque, como apunta Maudos, no hay que olvidar que las nuevas exigencias indican que sean los propietarios de las entidades rescatadas los primeros en hacer frente a las pérdidas, como ya ha sucedido en el Banco de Valencia. Pero las nuevas pruebas de resistencia pueden provocar más necesidades de capital a las entidades y, según Maudos, puede ocurrir que se dé valor cero y los accionistas pierden aún más. Es una opción no descartable en el Banco de Valencia, cuya subasta está paralizada.

Los titulares de preferentes y productos similares también va a salir damnificados, en especial los de entidades como Caja Madrid que no han canjeado las participaciones que tenían, dado que a partir de este momento no se podrá hacer canjes por más del 10 % del valor de mercado. Hasta ahora, si un título tenía un valor nomial de mil euros se podía canjear por esa cantidad, aunque el valor de mercado fuera 500. Ahora, en ese supuesto, no se podrá dar más de 550: 500 más el 10 %.

Por otro lado, la reforma del sector financiero ha pilotado fundamentalmente sobre las cajas de ahorros, principales causantes de la crisis que atraviesa el sector. Al inicio de la recesión existían en el país 45 entidades de ahorros que acaparaban prácticamente la mitad del negocio financiero. A estas alturas, solo la valenciana Ontinyent y la balear Pollença se mantienen como tales. Todas las demás han desaparecido -como la CAM o, en breve, Bancaja- o han transferido su negocio a un banco. Es el caso, por ejemplo, de La Caixa, la mayor caja de España, de Unicaja, de Ibercaja o de las cajas vascas. Pero la situación va a cambiar sustancialmente para estas entidades con las exigencias de Bruselas a cambio del rescate a la banca española. Entre las medidas impuestas está que las cajas no podrán tener más del 50 % de un banco, lo que obligará a entidades como las citadas a vender una parte de las mismas, a fusionarse con otras o a ampliar capital para reducir su participación.