La comparecencia de Rodrigo Rato en el Congreso de los Diputados servirá en estos días amargos para poner aún más en evidencia la debacle financiera del país. El ex vicepresidente de Aznar, artífice del «milagro económico» de la burbuja que acabó en la mayor hecatombe de la reciente historia de España, ha querido ser el primero en hablar de la gestión en Bankia y someterse a una catarsis que puede complicar todavía más su imputación ante el juez. Depende de lo que diga y cómo lo diga las palabras podrían volverse contra él.

Rato seguramente confía en sus dotes parlamentarias para salir airoso; su partido es posible que no lo haga después de haber intentado por todos los medios blindar al hombre que dejó caer tras un pulso que pulverizó la escasa confianza que inspiraba España a sus socios en cuanto a solvencia bancaria.

El expresidente de Bankia, la exministra de Economía, Elena Salgado, y el exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, desfilarán —o ya lo han hecho, como este último— por la Comisión de Economía en las próximas horas y no es descartable que lo hagan entre los escombros de un país rescatado; en último caso, a punto de serlo. Un digno decorado para sus méritos, puesto que todos ellos han sido protagonistas en buena medida de la zozobra financiera.

Rodrigo Rato despierta con su comparecencia una enorme curiosidad. Por no hablar de lo inoportuno de que los principales sospechosos sean sometidos al cuestionario de sus señorías cuando el desenlace de la eurobatalla española se encuentra en su estado más crítico. El proceso de Nüremberg, y permítanme la licencia de una comparación algo odiosa, se produjo sólo después de finalizada la guerra.

Pero ¿qué dirá Rato ante el Congreso? ¿Hablará de la ruptura del posible acuerdo de fusión con la Caixa que había alentado Rajoy a instancias de Fainé? ¿De la salida a Bolsa para evitar el control del PSOE? ¿De las escandalosas subidas de sueldos de directivos y consejeros? ¿O simplemente se limitará a lamerse las heridas ante el partido que lo invitó a volar para luego dejar que se estrellara?. Y con él la credibilidad nacional.