El impacto de la huelga convocada por Renfe, Adif y Feve se vio mermado en Valencia por el escaso flujo de pasajeros (a pesar de ser el primer viernes de agosto) y el alto porcentaje de servicios mínimos que dictó el Ministerio de Fomento.

Los sindicatos estimaron que el seguimiento del paro rondó el 90%, una cifra muy por encima de la que dio Fomento, que fue de 20%. Los servicios mínimos que garantizó el Ministerio fueron de un 75% para Larga Distancia y 67% para Media Distancia. En total, fueron 24 los trenes de estas características que se cancelaron en la ciudad de Valencia. En cuanto a Cercanías, el funcionamiento fue de 60% en horas puntas y 42% en horas valles. Los grupos sindicales consideraron estas exigencias las "más abusivas de la historia de las relaciones laborales en el sector ferroviario".

La huelga se desarrolló con normalidad en la mayor parte de España. En Barcelona, dos trenes se detuvieron cuando se accionaron sus sistemas de alarma y, en el resto de Cataluña, algunos convoyes sufrieron retrasos cuando las vías fueron bloqueadas con pequeños incendios. En Madrid, un grupo de manifestantes fue intervenido por la policía cuando intentaba bloquear los tornos de acceso al Cercanías de Atocha y una de las calles aledañas.

En Valencia, cerca de un centenar de trabajadores se concentró en la Estación del Norte a las 11.00 horas para mostrar su rechazo al decreto del Gobierno para la liberalización del transporte ferroviario.

En las terminales, la jornada se caracterizó por la exigua afluencia de pasajeros. En la estación del Norte, los más afectados fueron los viajeros de los trenes de media distancia, pues a mediodía la única máquina de venta de billetes no funcionaba y todas las taquillas estaban cerradas. La poca información disponible para los usuarios venía de un guardia de seguridad que les comunicaba que debían comprar el billete en el tren.

Las mismas dificultades tuvieron los pasajeros que partían de la estación Joaquín Sorolla por la mañana, donde Fomento tampoco había contemplado al personal de ventas dentro de los servicios mínimos. Sin embargo, sí decretó que se abriera una ventanilla, pero el empleado de Adif asignado solo tenía órdenes de atender indagaciones sobre objetos perdidos y reclamaciones concernientes a la estación.

A esto se sumó el hecho de que solo había una máquina de venta de billetes operativa, ya que en todas las demás no funcionaba el lector de tarjetas bancarias. Varias personas que querían adquirir billetes y que solo disponían de efectivo recibieron como respuesta que debían contactar al interventor una vez dentro del vagón y preguntarle si les podía vender uno.