El Ferrari 458 Italia de 204.000 euros nunca ha sido un espectáculo muy común, ni siquiera en las calles de su país. Hoy se hace aun más raro, conforme las medidas de austeridad llevan a los propietarios de Ferrari a exportar los supercoches. Los gravámenes a los productos de lujo y los recortes presupuestarios que han precipitado a Italia a su cuarta recesión desde 2001 reducen la demanda de vehículos deportivos y otros símbolos del estilo de vida despreocupado del país.

La cantidad de coches usados de alto rendimiento que abandonan Italia se ha triplicado y ha llegado a los 13.633 en los primeros cinco meses de 2012, mientras que el año pasado fue de 4.923, según el grupo Unrae.

"Italia es uno de los baluartes de los supercoches, y ahora esos vehículos desaparecen de las calles", dijo Giuliano Noci, uno de los decanos de la escuela de administración del Politécnico de Milán. "Eso tiene un enorme valor simbólico y muestra qué profunda es la crisis".

El éxodo refleja la menor demanda de supercoches en el país de Ferrari y Maserati, las marcas más rentables del grupo Fiat. Se pronostica que la venta de coches de lujo caerá este año en Italia un 47 %, a 593 vehículos, mientras que fue de 1.116 en 2008, según IHS Automotive.

El gobierno del primer ministro Mario Monti instrumenta medidas de austeridad de 20.000 millones en momentos en que la deuda del país alcanza los 1,9 billones. La economía se ha contraído durante cuatro trimestres consecutivos y el desempleo sube a su nivel más alto en 13 años mientras caen el gasto en consumo y la producción industrial. La depresión llevó a Fiat, la mayor compañía automotriz de Italia, a interrumpir de forma temporal las inversiones en su país. El máximo ejecutivo, Sergio Marchionne, podría cerrar otra fábrica tras paralizar una planta de Sicilia el año pasado. La menor demanda de supercoches podría alejar aun más a Fiat de Italia y acelerar un desplazamiento a mercados más fuertes como los EE UU y China.

Marchionne depende de los modelos de lujo de Fiat para compensar las pérdidas de las marcas masivas del grupo en Europa, que sumaron 345 millones de euros en el primer semestre. La suma de las ganancias operativas de Ferrari y Maserati fue de 175 millones.

El aumento de los gravámenes de Monti a los vehículos de alto rendimiento ha sido uno de los motivos. Tras los cambios, los propietarios de un Lamborghini Aventador de 316.000 euros pagan unos 8.400 euros anuales de impuestos, un incremento de 6.600 euros.

Por otra parte, la implacable campaña de los inspectores de Hacienda iniciada el pasado mes de diciembre en la lujosa estación de esquí de Cortina d'Ampezzo, deteniendo los vehículos de lujo en las carreteras y comprobando que sus propietarios están al corriente en los pagos al fisco, ha hecho desaparecer de las carreteras los Ferrari.