¿Para cuánto tiempo hay reservas de petróleo? Los expertos no fían más allá de 50 años. ¿Y de carbón? Las cantidades son mayores y se alargan hasta un siglo. Pero los números son difíciles de hacer y los combustibles fósiles, los que hasta ahora han movido el mundo, tienen fecha de caducidad. Además, las limitaciones incrementan los precios y muchos países productores se encuentran en zonas política y socialmente inestables.

El cóctel, entre caro y explosivo, ha provocado ya importantes movimientos económicos a la búsqueda de energías alternativas, entre las renovables, como la solar, o incluso entre las tradicionales como la del "gas de fragmentación", que ya cuenta con proyectos experimentales. Cada país busca fuentes energéticas que reduzcan su dependencia exterior y, a ser posible, una reducción de la factura energética.

En el nuevo panorama energético mundial emerge con fuerza EE UU, que toma una posición predominante: ya es el primer productor mundial de gas, por delante de Rusia, gracias a sus nuevas explotaciones; y será el primero de petróleo en el año 2020, según las estimaciones del último informe anual de la Agencia Internacional de la Energía, después de adelantar a Arabia Saudí y también a Rusia; a la vez que desarrolla con fuerza, de la mano de Obama, sus energías renovables, que en España están paralizadas tras descubrirse el fraude que se cometía con las ayudas.

Las perspectivas energéticas mundiales son tan cambiantes en la actualidad que quién iba a pensar que, en el Golfo Pérsico, cuna de los petrodólares, comenzarían a poner sus ojos en las energías renovables. Conscientes de que los hidrocarburos tienen fecha de caducidad y empujados por su gran capacidad financiera, los países árabes buscan alternativas. Y el sol, su principal fuente de calor, es su mejor garantía de futuro. Catar acaba de anunciar que gastará 15.000 millones de euros en una central fotovoltaica de 1.800 megavatios. Pero no solo invertirán en la central, también quieren ser suministradores de las placas solares y destinarán otros 765 millones de euros a fabricar módulos de silicio fotovoltaico. Arabia Saudí proyecta alcanzar una producción de energía solar de 14.000 megavatios en 2030 y aspira a convertirse en el mayor productor mundial de placas solares. El principal inconveniente de la energía solar en el desierto es la falta de agua, necesaria para refrigerar las centrales solares, pero se experimenta con la utilización de aire.

Pero hasta que las energías renovables (solar, eólica, geotérmicaÉ) se desarrollen para alcanzar costes asumibles, el denostado carbón ha vuelto a recuperar un protagonismo inusitado. Aunque su futuro en España es incierto, la Agencia Internacional de la Energía prevé un crecimiento del 65 por ciento en la utilización del carbón en los próximos 25 años en el mundo y vaticina que, en 2035, adelantará al petróleo como combustible dominante.

Un dato esclarecedor: el pasado año ya representaba el 30 por ciento de la energía mundial y se mantenía al alza, en especial en países emergentes como India o China, pero también en Estados Unidos o Europa, donde Alemania apuesta por abandonar la energía nuclear y construir más centrales térmicas.

Las ventajas del carbón son su amplia disponibilidad, su fácil transporte y su manejable combustión. Quemar carbón es una tercera parte más barato que utilizar energías renovables. Y juega con la ventaja del tremendo impacto que supuso para la nuclear el accidente de la central japonesa de Fukushima. Su talón de Aquiles se encuentra en su alta tasa de contaminación por emisiones de CO2, pero todos los intentos mundiales de alcanzar acuerdos para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero han fracaso o, en el mejor de los casos, sus efectos han sido muy limitados.

El gas mantiene sus perspectivas de consumo al alza, pero se enfrenta a dos importantes desventajas: su precio está ligado al del petróleo, sus principales fuentes de producción se encuentran en zonas inestables (Rusia o el Magreb) y es suministrado previa firma de contratos cerrados de larga duración que impiden una reducción coyuntural de los costes. Estas son dos de las causas por las que países como Estados Unidos buscan en su subsuelo sus propias reservas del denominado "gas no convencional", que minimicen su dependencia exterior. Y lo está consiguiendo mediante la técnica del "fracking" o fracturación hidráulica del terreno, con grandes cantidades y a buenos precios. Estos nuevos sistemas de explotación han permitido a Estados Unidos colocarse ya por delante de Rusia como primer productor mundial de gas. Pero las expectativas no son halagüeñas. Este tipo de gas se encuentra en bolsas de difícil acceso, en estratos de arenas compactas, pizarras donde el combustible está confinado en fracturas y poroso sumamente pequeños o capas de carbón.