El Banco de España no anduvo muy acertado en sus pronósticos sobre la gestión de Bancaja, según se desprende de los informes de inspección del supervisor aportados a la Audiencia Nacional en el marco de la instrucción de la querella contra la cúpula de Bankia.

En 2008, el supervisor destacaba la «competencia» y «capacidad para afrontar la crisis» de la dirección de Bancaja, que dos años después desapareció como entidad al fusionarse con Caja Madrid y solicitar ayudas públicas millonarias para acabar integrada en Bankia.

Las consideraciones sobre los gestores de Bancaja figuran en los informes de inspección aportados al juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu. El Banco de España señalaba en un informe fechado en octubre de 2008 que la caja valenciana contaba con una «gobernanza aceptable» y que el entonces director general, Aurelio Izquierdo, tras un año en el cargo, «era anteriormente director general adjunto, por lo que conoce la entidad».

«Cuenta con una segunda línea directiva competente y conocedora del negocio. El principal reto al que debe hacer frente la entidad es el manejo de la actual crisis, tanto a la liquidez como al sector inmobiliario. Se les considera con capacidad para afrontar la crisis y para tomar las medidas que sean necesarias de acuerdo a la evolución de la entidad», añadía. En ese escrito, sin embargo, ya se alertaba de la «importante exposición al riesgo crediticio con el sector promotor inmobiliario» y se subrayaba: «Aunque se les planteó en la visita anterior el limitar este tipo de exposición, no se ha seguido tal recomendación, en parte por los compromisos asumidos».

También advertía el BdE de la «delicada» situación de la liquidez, debido a la «fuerte dependencia de los mercados mayoristas y de capitales en que ha basado su estrategia de crecimiento», y aconsejaba un «estudio realista sobre la adecuación de su estructura de financiación». O no se hizo caso desde Valencia o el BdE no impuso sus instrucciones.

Unas advertencias, en cualquier caso, que según los fuentes consultadas iban en la línea del momento, con «toques de atención», pero dentro de una cultura en que se defendía que el sistema bancario español era «el mejor del mundo». «Esto demuestra la prociclicidad de la supervisión: cuando todo va bien, todo el mundo es capaz. No eran conscientes de lo que se venía encima», añaden los expertos. En esta línea, el supervisor volvió a inspeccionar la entidad en 2009 y observó un «notable» aumento del riesgo de impago de su inversión crediticia, la irrupción «con fuerza» de la morosidad y el crecimiento «vertiginoso» de las daciones en pago y las refinanciaciones.

El último documento del Banco de España, actualizado con datos a 30 de abril de 2010, volvía a recomendar a la entidad que prestara «suma atención» a los riesgos contraídos «con los sectores de promoción y construcción inmobiliaria», cuya mala evolución «ha ocasionado (...) quebrantos a la caja».

Este informe es de diciembre de 2010, cuando Bancaja ya había suscrito el «contrato de integración» con Caja Madrid y las otras cinco que acabaron formando Bankia, aunque el presidente José Luis Olivas había defendido que la entidad podía seguir en solitario. Es en este momento, finales de 2010, cuando el BdE constata que «Bancaja no será capaz» de pagar su deuda en 2012, como ya contó Levante-EMV.

También a finales de 2010, el supervisor diagnostica que uno de los problemas de Bancaja era «la expansión de actividad realizada en los años 2004 a 2007 con crecimientos medios superiores al 30 %». Olivas, precisamente, entró en la caja en enero de 2004, momento a partir del cual lideró la expansión con un plan a tres años.