La Organización Mundial de la Salud (OMS) instó ayer a los países europeos, en especial a España, a invertir en salud pública para reducir los efectos a largo plazo de las medidas de austeridad aplicadas para combatir la crisis económica. Al presentar un estudio sobre desigualdades de salud en 53 países de Europa, la directora regional de la OMS, Zsuzsanna Jakab, aseguró que los recortes "amenazan con crear una emergencia sanitaria" que, si no se ataja, tendrá graves consecuencias económicas, sociales y de salud.

El informe, coordinado por Michael Marmot, director del Instituto de Equidad Sanitaria del University College de Londres, analiza los "determinantes sociales" que inciden en la salud de las personas -como dónde nacen, se crían, viven, trabajan y envejecen- y recomienda medidas para mejorar en cada uno de ellos.

Una de las lacras de la austeridad, que los gobiernos deben combatir para evitar consecuencias a largo plazo, es el desempleo juvenil, que, según Marmot, "es una bomba de relojería para la salud pública a punto de explotar". Destacó el caso de España, que, con un índice de desempleo entre la gente joven del 52 % -el más alto de Europa-, debe tomar medidas para evitar lacras futuras.

"Es urgente promulgar políticas económicas y sociales que den a estas personas un futuro", dijo el académico, que en su presentación mostró una fotografía de indignados manifestándose en las calles de Madrid. Estas medidas incluirían, según Marmot, el fomento del empleo con formación y acceso adecuado a prácticas así como la garantía de ingresos para los parados a través de ayudas sociales. "Me preocupa que la austeridad impuesta a España, Grecia y Portugal esté aumentando el desempleo entre la población joven", dijo el académico. "El Gobierno español debe enfrentarse a la troika europea y decirles que dejen de imponer medidas que dañan a su población", aseveró.

La falta de empleo, argumentó, "es muy nociva", con el efecto a corto plazo de "problemas de salud mental" así como un mayor índice de disturbios sociales. A largo plazo, los desempleados sufren "más problemas físicos de salud", hasta el punto de que los parados tienen "un tasa de mortalidad un 20 % más alta" que las personas empleadas. Los suicidios, "que son la punta del iceberg", se incrementan de manera proporcional al desempleo, apuntó el experto.

Para asegurar la salud de la población es necesario también invertir en un buen sistema de protección social, con ayudas para los más vulnerables, así como en un sistema sanitario público universal. Marmot puso a Eslovenia como ejemplo de país con menos recursos económicos que sin embargo invierte en reducir la pobreza infantil, justo por detrás de Islandia.