Juani, madre de dos niñas gemelas de 8 años, regenta desde hace siete meses un despacho de pan en Valencia. Es su primera experiencia como empresaria. Estuvo trabajando trece años en Mercadona hasta que pasó al paro. Su experiencia laboral, según cuenta, no fue precisamente buena. «Acabé muy mal psicológicamente». Por ello se prometió que «jamás trabajaría para otros si pudiera evitarlo». Y así lo hizo. A la primera ocasión cobró de golpe la prestación de desempleo y se hizo con un despacho de pan.
«Miedo siempre hay», reconoce, «estamos hablando de que no tienes un jornal fijo y te lanzas a la aventura». Una aventura a la que va acompañada. «Los primeros meses tuve que recurrir a mis padres, a mis hermanos y a todo el que se acercaba para que aportaran dinero y cubrir gastos, porque si comienzas pidiendo un préstamo al banco, estás perdida». Siete meses después ya cubre gastos, y aunque dedica muchas horas al día, «también las hacía en mi anterior trabajo, pero ahora, la diferencia es que los beneficios y los perjuicios son míos».
Juani es uno de los veinticuatro desempleados de la Comunitat Valenciana que cada día deciden capitalizar su prestación del paro y lanzarse a la aventura de llevar su propia empresa. En algunos casos, por convencimiento y decisión propia. En otros, la mayoría, empujados por la necesidad y las grandes dificultades para encontrar un puesto como asalariado. En algunos casos, consiguen salir adelante a duras penas. En otros, la mayoría, terminan bajando la persiana, sin paro, y endedudados.
Según los datos de la Unión de Profesionalesy Trabajadores Autónomos (UPTA), durante los tres primeros trimestres de 2013, alrededor de 60.000 desempleados capitalizaron su prestación de paro y se convirtieron en autónomos,cerca de 9.000 de ellos en la Comunitat Valenciana. En total, al finalizar el pasado mes de octubre en España ya había más de 126.000 autónomos que habían accedido con el dinero del desempleo.
Javier Pastor, responsable de UPTA Comunitat Valenciana, señala que «para bien o para mal y aprovechando la tarifa plana de los 50 euros, numerosos parados que estaban cobrando el desempleo se terminan dando de alta como autónomos. Sobre todo, porque no hay trabajo en la calle». Pastor reconoce que este fenómeno va en aumento; «lo hemos notado en el asesoramiento y continúa acelerándose». La mayoría de los nuevos autónomos se decantan por el sector servicios, sobre todo el comercio, que está muy tocado por la caída del consumo». También la hostelería es otra de las salidas, junto al terciario avanzado, de nuevas tecnologías en las pymes.
El resultado de todas estas aventuras empresariales suele ser incierta. El profesor de la Universidad de Cádiz, Juan Antonio García Ordóñez, considera que el 60 % de ellas fracasan a los dos primeros años, el 80 %, a los cinco, y el 90 % no llega a cumplir la década. Según el responsable de una entidad financiera que opera en la Comunitat Valenciana, este nivel de fracaso se debe a que «hay mucha gente empujada por la necesidad, no por la disposición a afrontar una idea de negocio», de hecho, «a la hora de conceder préstamos a estas personas, ya no se miran tanto las garantías que puede ofrecer, sino el plan de negocio, su viabilidad».
