La familia Ros ha decidido tomar una decisión arriesgada para tratar de desbloquear el acuerdo con Thyssen en la sociedad compartida al 50 % al menos dejar en evidencia su negativa a acercar posiciones. Ayer, en segunda convocatoria de la Junta Extraordinaria de Accionistas, y sin la presencia de los representantes alemanes, se acordó ceder la presidencia de la compañía con planta en Sagunt y El Puig a la propia Thyssen con el fin de crear un nuevo consejo de administración y desbloquear los órganos de Gobierno. Ahora Thyssen debe aceptar la decisión y designar una persona física que asuma la presidencia.

El viernes la junta no había podido constituirse por la negativa de la multinacional alemana a aceptar la presidencia de Francisco Ros García en sustitución de su padre, el fallecido Francisco Ros Casares. Thyssen proponía que fuera la administración concursal quien ocupase el cargo, algo inaceptable para la familia Ros porque se interpretaba como el primer paso hacia la liquidación de la compañía. La propia administración rechazó asumir el puesto sin garantías de acuerdo entre los socios.

Ros Casares y la banca acreedores han suscrito un acuerdo de confidencialidad para proporcionar a la multinacional información interna de la empresa especializada en la fabricación de chapas para automóvil y que Thyssen estudie un propuesta de creación de una firma conjunta a tres bandas que incluya también la planta de planos de Ros Casares de Vitoria y otros negocios de la firma valenciana. En esta nueva empresa, los bancos, a través del fondo Fénix, tendrían el 50 %, Thyssen el 40 % y Ros Casares el 10 %. El acuerdo sigue sin cerrarse y la familia Ros sostiene que no es por culpa suya sino porque los alemanes están forzando en realidad la liquidación de su grupo. Thyssen culpa de la crisis a Ros Casares y ha comunicado a los trabajadores que quiere mantener la actividad.

Con el nombramiento de Thyssen al frente de la sociedad compartida al 50 %, la familia Ros busca demostrar su voluntad de acuerdo para salvar las fábricas y los puestos de trabajo. Ahora habrá que ver si los alemanes impugnan la decisión o aceptan presidir la empresa.