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Los polígonos empiezan a salir del túnel

Los parques empresariales perciben ya síntomas de la recuperación pese a que un tercio de los 712 que existen en la Comunitat Valenciana están vacíos

Los polígonos empiezan a salir del túnel

El Producto Interior Bruto (PIB) valenciano va como un tiro, pero los efectos de su crecimiento no se manifiestan con la misma intensidad en los recintos donde se genera una parte sustancial de la economía autonómica. Los polígonos industriales han empezado a percibir los síntomas de la recuperación, pero sin hacer aspavientos. Baste recordar que un tercio de los 712 parques empresariales de la Comunitat Valenciana está prácticamente vacío en la actualidad. Es el precio a pagar por los excesos que cometieron tantos ayuntamientos en los años de la bonanza económica previos a la crisis, cuando generaron suelo industrial a destajo sin tener garantías de que fuera a ser ocupado, tal como lo recuerda ahora el gerente de la Federación de Polígonos Industriales de la Comunitat Valenciana, Diego Romá.

El dirigente empresarial es de los que opinan que la mejora macroeconómica aún no ha llegado con toda su intensidad a los parques empresariales, pero, añade, «sí notamos indicios de mejoría», siempre en términos generales, porque , además de los polígonos que parecen superficies fantasmas, también se da el caso de recintos industriales que van a velocidad de crucero, como es el caso del Juan Carlos I de Almussafes, ubicado en torno a la multinacional Ford, «que va muy bien porque la automoción se ha recuperado mucho».

¿Cuáles son esos síntomas de una mayor actividad?. Diego Romá menciona tres detalles significativos, según su criterio. En primer lugar, el incremento de coches y camiones en los accesos a los polígonos en horas puntas: «Ahora cuesta más entrar, cuando hace unos meses no había el menor problema». Además, «en algunos polígonos empieza a haber problemas para aparcar, cuando no hace mucho era bien fácil dejar el coche en la puerta de la empresa». Por último, los restaurantes y los bares reciben una mayor afluencia de clientela.

Pero hay un factor más y es que se está animando la compraventa de naves industriales: «Hay más consultas y más movimiento, también para alquilar». Por último, el gerente de la federación autonómica menciona el mercado laboral, en el sentido de que «se está contratando más gente» en los polígonos industriales valencianos, «pero no se sabe la calidad de ese empleo». Una clara referencia a la precariedad constatada en todas las estadísticas oficiales, debido al incremento en los contratos temporales.

Aún así y «a pesar de que no echamos las campanas al vuelo», los responsables de estos recintos «generadores del 50 % del PIB de la Comunitat Valenciana» no son pesimistas. Dice Diego Romá que los polígonos industriales «más desarrollados y arraigados en la autonomía notan ya una mejora en los negocios en general». No solo es el recinto de Almussafes ya citado, sino también el polígono Fuente del Jarro de Paterna, uno de los mayores de Europa, el que nota ese avance.

El gerente de la federación autonómica considera que, en general, «las empresas ubicadas en estos parques que más se han volcado en la exportación son a las que les ha ido mejor» el tránsito por esta larga crisis. Es una constante en toda la economía valenciana: la internacionalización ha suplido la pérdida de mercado que se ha producido en España durante la recesión. La automoción, el metalmecánico y la agroalimentación son los sectores que Romá cita como «los más animados».

La construcción sigue tocada

En el otro lado de la balanza se encuentran de manera especial las actividades industriales muy vinculadas con la construcción, como el mueble o el textil para el hogar, «que siguen muy tocadas». El sector inmobiliario fue una de las locomotoras de la bonanza, pero corrió tanto que acabó por despeñarse y arrastrar a toda la economía valenciana. Actividades que basaron su crecimiento en el impulso de la vivienda lo pagaron muy caro. Ahora «siguen tocadas», si bien con expectativas, dado que la construcción «empieza a sacar cabeza» sin llegar ni de lejos a la altura que alcanzó antes de la crisis.

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