La economía colaborativa, que apenas existía en España hace cinco años, gana peso de forma acelerada, tanto en número de usuarios como de empresas -unas 450-, aunque su crecimiento provoca fricciones con algunos colectivos cuya muestra más reciente es la demanda de Confebús contra BlaBlaCar.

José Luis Zimmermann, director general de la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital) y portavoz de SharingEspaña -colectivo centrado en la economía colaborativa-, sostiene en una entrevista con Efe que las nuevas empresas nacidas en torno a este concepto terminarán coexistiendo con las tradicionales.

La economía colaborativa movió 3.000 millones de dólares (unos 2.700 millones de euros) en 2014 en todo el mundo, según datos de la consultora Nielsen.

Pregunta.- ¿Cuántas empresas se dedican en España a la economía colaborativa?

Respuesta.- Aproximadamente hay 450 empresas y el número no deja de crecer. De hecho, es uno de los principales ámbitos en los que se está invirtiendo.

P.- ¿Cuál ha sido la evolución?

R.- Es un fenómeno relativamente nuevo. En 2010, excepto multinacionales como las dedicadas al alojamiento turístico, no había grandes jugadores. Pero el auge de los teléfonos inteligentes ha hecho que muchos de estos modelos exploten, porque están muy vinculados a crear comunidades de oferentes y demandantes cuyas operaciones tienen lugar en plataformas móviles.

P.- La crisis también ha ayudado, ¿no?

R.- Por descontado. La crisis ha llevado a plantear nuevas formas de consumo, nuevos hábitos. El consumidor urbano ha cambiado en la manera de plantear sus decisiones de consumo y tiene mucho que ver con lo que ofrecen estos modelos de economía colaborativa, aunque no es el fenómeno fundamental.

P.- Aparte de las plataformas de servicio que todo el mundo conoce, como Uber y Blablacar, en el vehículo compartido, o Airbnb, en el alojamiento, ¿en qué otros sectores hay empresas de economía colaborativa?

R.- Ya estamos viendo productos físicos que se diseñan y producen bajo parámetros de economía colaborativa. Un caso paradigmático es la empresa norteamericana Quirky, que diseña productos y los fabrica bajo estos parámetros. Un miembro de la comunidad propone un invento, se valora, se aportan mejoras y, si hay suficientes valoraciones, se fabrica bajo demanda. Hay otra compañía norteamericana, Local Motors, que hace esto y fabrica coches. Pero lo más relevante ocurre en el mundo de las finanzas, el crowdlending, los préstamos entre particulares a proyectos.

P.- ¿Hay alguna empresa en España que ya se dedique al préstamo entre particulares? ¿Y al diseño de productos físicos?

R.- En España no hay empresas industriales que se dediquen a esto. Aquí se desarrollan más las de servicios. Hay bastantes empresas españolas que operan en el mundo de las finanzas con un esquema colaborativo, de oferentes y demandantes entre particulares. Algunos ejemplos son Comunitae, Arboribus o Verkami.

P.- ¿Hay suficiente seguridad jurídica o confianza por parte del consumidor para que se afiance este modelo?

R.- Para mí, éste es uno de los temas clave. Estos modelos se basan en la confianza, que debe ser lo suficientemente amplia como para que el consumidor pueda tener garantías de que la plataforma y la operación que está haciendo no va a ser objeto de fraude.

P.- ¿Cómo interpreta las trabas que se están poniendo a algunas empresas para operar y las limitaciones legales que hay en algunas comunidades autónomas?

R.- Existe una fricción entre nuevos oferentes y los que ya están en el mercado. La empresa que ya está operando reclama al legislador porque tiene unos obstáculos burocráticos y unas obligaciones, y el que entra las tiene distintas o no las tiene. Quien lo ha dejado muy claro es la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que ha dicho que hay que legislar a favor del interés general y no proteger ciertas industrias.

P.- ¿Qué futuro tiene la economía colaborativa en España teniendo en cuenta este panorama?

R.- Esta fricción ya se está resolviendo en otros países, donde permiten que coexistan los diferentes modelos y en los que se están retocando regulaciones. Es un fenómeno que no se va a quedar aquí. Todo esto es mucho más amplio que los servicios, que Uber o que Airbnb, y está aquí para quedarse. Muchos de estos sectores que están ahora plantean obstáculos a la entrada de nuevos oferentes verán cómo se modula o se reforma todo lo que tiene que ver con sus obligaciones en materia de regulación y ambos modelos irán convergiendo.

P.- Entonces, la previsión que hace es que se rebajen las obligaciones que tienen los oferentes tradicionales.

R.- Lo que creo que puede suceder es que se aligere la regulación. A pesar de todos los problemas lógicos, veo un futuro en el que coexistan y muchos tomen elementos del otro. Un caso claro es el de la cadena Room Mate, que compró Alterkeys y plantea desde su empresa un nuevo servicio inspirado en la economía colaborativa.