El Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) ha presentado un importante estudio sobre la capacidad de fijación neta de carbono en explotaciones citrícolas en el que asegura que el riego localizado mejora en más de un 30 % la asimilación neta de dióxido de carbono (CO2) en estas plantaciones con respecto al tradicional. El estudio, que hace un lustro empezó el investigador y exdirector del IVIA Eduardo Primo Millo para evaluar la aportación de las plantaciones naranjeras a la captura de CO2, también determina que la intensificación de la plantación no mejora la asimilación del citado gas, que junto con el metano son los principales responsables del calentamiento global del planeta por su contribución al efecto invernadero.

La investigación abre la posibilidad a que los campos de cítricos con este sistema de riego reciban ayudas de la Unión Europea por captar CO2, tal como vienen reclamando las organizaciones agrarias del sector como AVA-Asaja y la Unió de Llauradors. Según el estudio, la fijación neta de carbono por hectárea en una plantación de cítricos en pleno desarrollo estaría comprendida entre cinco y siete toneladas, lo que equivale a la asimilación neta de entre 20 y 25 Tm de CO2. Después de deducir de esta cantidad el dióxido de carbono correspondiente al carbono contenido en la cosecha y al desprendido en las labores de cultivo, resulta un balance final positivo comprendido entre 5,5 y 9,0 Tm por hectárea.

La Comunitat Valenciana cuenta con una superficie de unas 180.000 hectáreas de cítricos, que representan una captación neta de entre 800.000 y 900.000 toneladas anuales de dióxido de carbono; es decir, las emisiones de ese gas equivalentes a 150.000 vehículos. Sin duda, tal como reconocen los investigadores del IVIA, «los cítricos son una máquina de absorber dióxido de carbono». Según el Instituto, se trata de «un dato para tener en cuenta desde la perspectiva de la capacidad de mitigación del cambio climático que puede proporcionar el sector citrícola».

El estudio desarrollado forma parte de algunas iniciativas europeas donde el organismo valenciano participa, como la de Modelling European Agriculture with Climate Change for Food Security (Macsur). Además, colabora con otras instituciones en la creación de nuevas tecnologías de cálculo de la huella de carbono como aplicaciones móviles e incluso plataformas de Internet y herramientas de teledetección por satélite.

La cifras obtenidas por el IVIA sitúan a los cítricos muy por delante de otras especies arbóreas como el pino carrasco, pino piñonero, alcornoque o el roble, entre otras. Al precio de CO2, a cada hectárea de cítricos le correspondería recibir entre 110 y 180 euros al año en ayudas por su papel de sumidero.