La economía española ralentizó ligeramente su crecimiento entre julio y septiembre al avanzar un 0,8 %, dos décimas menos que el trimestre anterior, según la estimación publicada por el Banco de España. «La información más reciente acerca de la evolución de la economía apunta a una prolongación de la fase de expansión del producto en el tercer trimestre del año, si bien la tasa de crecimiento intertrimestral podría haber experimentado una cierta contención», asegura la entidad supervisora.

De confirmar este dato el Instituto Nacional de Estadística (INE), se rompería una racha de subidas intertrimestrales cada vez mayores, o al menos iguales, que se inició en el tercer trimestre de 2013, cuando el indicador volvió al crecimiento.

Este pasado verano el crecimiento de la economía continuó apoyándose en la fortaleza de la demanda interna privada, aunque sus principales componentes, tales como el gasto de los hogares, tuvieron un avance menos intenso que entre abril y junio.

En cuanto al empleo, durante este trimestre habría atenuado su ritmo de expansión en mayor medida que la del producto, lo que habría dado lugar a un pequeño repunte de la productividad.

También se interrumpió durante julio y agosto la trayectoria ascendente del indicador de confianza de los consumidores, ante las peores perspectivas de paro y evolución económica general.

De hecho, el propio Banco de España señala en su boletín que hay riesgos en el ámbito interno derivados de la incertidumbre acerca del curso que tomarán las políticas económicas tras las próximas elecciones generales y su posible incidencia sobre la evolución de la economía.

«En el ámbito interno, el principal riesgo (de desvío) es la posible incidencia de la incertidumbre acerca del curso de las políticas económicas a medio plazo» sobre las decisiones de gasto.