La Comisión Europea (CE) empeoró ayer sus pronósticos sobre el paro, el déficit y la deuda pública de España, pese a haber elevado las expectativas del crecimiento económico del país, que considera que no basta por sí solo y necesita ser acompañado de más reformas.

Las previsiones macroeconómicas de otoño de Bruselas solo mejoran uno de los principales indicadores respecto a sus anteriores estimaciones publicadas en mayo: el crecimiento.

Tras un «fuerte comienzo» del año, la economía española se expande, aupada por la mejoría de la confianza, el bajo precio del petróleo, la mejora de las condiciones financieras y la creación, más suave, pero persistente de empleo.

España seguirá creciendo más que la media de la eurozona, pero no es inmune al parón global, sostiene la CE, que considera que los cálculos del Gobierno español son demasiado optimistas.

En concreto, Bruselas cree que el PIB español crecerá este año el 3,1 %, el 2,7 % en 2016 y el 2,4 % en 2017. En el mismo orden, el Gobierno que preside Mariano Rajoy apuesta por incrementar el 3,3 %, el 3 % y el 2,9 %.

El Ejecutivo español achaca el baile de cifras a que las previsiones de la Comisión tienden a ser conservadoras y la economía suele crecer a un mayor ritmo finalmente, baza con la que cuenta para poder cumplir los objetivos de déficit de este año y el siguiente.

El ministro de Economía de España, Luis de Guindos, volvió a mostrar ayer su convencimiento de que se alcanzará las metas de rebajar el déficit al 4,2 % del PIB este año y colocarlo bajo el límite europeo del 3 % el siguiente, gracias a la evolución de los ingresos y del gasto público, así como del crecimiento.

La Comisión, por el contrario, cree que las cuentas españolas pecan de optimistas y no ha dudado en empeorar el análisis especial que llevó a cabo hace tan solo tres semanas, para insistir en que el país no cumplirá con la disciplina fiscal ni este ejercicio (4,7 %), ni el siguiente (3,6 %).

Sus previsiones de ayer apuntan a que la CE no confía en que el crecimiento sea suficiente para resolver los problemas que aquejan a la salud económica de España, como una tasa de desempleo que afecta a una quinta parte de la fuerza laboral en activo y una deuda por encima del 100 %. Para Bruselas la clave siguen siendo las reformas estructurales.