El gran talón de Aquiles de la economía valenciana, ahora que se inicia la recuperación, sigue siendo su baja productividad. Sobre todo porque esta es especialmente significativa en los dos sectores que concentran más del 90 % de la actividad económica de la autonomía. Así, mientras en la agricultura y la construcción, la productividad está un 25 % y un 7 % por encima de la media española, respectivamente, en la industria y los servicios se encuentra un 9 % y un 4 % por debajo en cada caso. Estos datos forman parte de las conclusiones del documento de trabajo sobre el segundo Foro Cañada Blanch, que se inició ayer en Valencia con el objetivo de dilucidar «Dónde están las ventajas competitivas valencianas. ¿Industria i/o servicios».

El director del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), Francisco Pérez, respondió a la cuestión que lo que interesa a la autonomía «es contar con industrias y servicios de valor añadido; no interesa cualquier industria o cualquier servicio, sino todos en la medida en que mejoren los resultados». En este sentido, apuntó que hay empresas valencianas «con un alto nivel de competitividad, pero son menos de las que deberían o de las hay en otros territorios». Hay actividades manufactureras, como la alimentación (22 %), los productos informáticos, electrónicos y ópticos (38 %), caucho y plástico (12 %), textil, cuero y calzado (8 %) y material de transporte (3 %), y servicios como los financieros (18 %) y las actividades artísticas y recreativas (13 %) en las que la Comunitat Valenciana es más productiva que España.

Sin embargo, la autonomía está muy lejos en algunos de los factores que determinan la productividad. Así, el capital humano en la industria es un 24 % inferior al de España, el esfuerzo inversor en I+D está un 37 % por debajo y llega al 45 % en las manufacturas y, en las exportaciones, el peso del sector agrícola en el VAB triplica al español, pero en las manufacturas la apertura es inferior.

¿Qué hacer? El profesor de la London School of Economics and Political Science, Andrés Rodríguez-Pose, aseguró que no se trata de «partir de cero», sino de retomar los «fundamentos de la economía valenciana» en la industria y los servicios de los años previos a la bonanza económica, cuando se le dio la vuelta «como un calcetín». Es decir, volver a lo que ya funcionaba, pero con los parámetros actuales. Seguir el modelo de Noruega, que se sustenta en la formación continua del personal, en la internacionalización de los trabajadores y en el apoyo a la absorción de la I+D. Francisco Pérez añadió la conveniencia de «imitar a los que lo hacen bien», como sucede con el País Vasco y Madrid en el caso de España.