Si en vísperas de la apertura de la Feria del Automóvil de Valencia ya se celebraba el fin de la crisis por el aumento de la oferta, con un incremento del 20% de superficie de exposición, la demanda ha hecho el resto para cerrar una edición histórica. No es solo que se haya vuelto a las cifras de venta de hace ocho años. Es que el Salón del Automóvil no había vivido una semana tan fructífera en su historia.

Feria Valencia cerraba ayer esta 18ª edición con unos registros de récord, al alcanzar la cifra de 2.384 unidades vendidas, un 35% más que el año pasado, sin incluir las operaciones que se concretaron en las últimas horas de feria así como las que se cerrarán en las próximas semanas derivadas de estas visitas.

Los casi 2.400 vehículos nuevos, seminuevos y de ocasión vendidos empequeñecen las mejores previsiones de los propios expositores, que después de haber registrado unas ventas de 1.500 unidades en la edición de 2014, se habían fijado el techo de 2.000 ventas para este año. Esta cifra supone que los expositores han vendido prácticamente el 79% de la flota de 3.000 vehículos en venta. El negocio generado puede situarse en torno a los 36 millones de euros, a una media de 15.000 euros por operación. El cálculo es de Pascual Martínez, presidente de la Feria del Automóvil: «Ha sido impresionante ver todos los coches con el cartel de vendido», relataba ayer.

Entre las claves de este éxito, detalla, una combinación de factores. Primero, el aumento de superficie, con un pabellón más, que ha endurecido la competencia: 40 marcas en 61.000 metros cuadrados. El segundo, una afluencia masiva. Concretamente, 60.000 visitas, un 13% más que en 2014, con gran presencia de los pueblos y de provincias limítrofes, favorecida por un largo puente. Y, lo más decisivo, el comportamiento de las financieras de vehículos, que han vuelto a abrir el grifo. Asistencia masiva, fluidez del crédito y competencia brutal entre concesionarios son el cóctel que explica este récord.