Si todo va según lo previsto, a partir del 31 de diciembre el Sabadell podrá decir adiós a la tutela que durante los últimos tres años ha ejercido sobre el banco las autoridades comunitarias para comprobar que se cumplieran las condiciones impuestas a cambio de autorizar la absorción de la CAM. Una operación que permitió a la entidad catalana duplicar su tamaño y escapar de las redes de los grandes del sector, que amenazaban con engullirla en el fragor de la reestructuración financiera, pero que también ha supuesto limitaciones para el negocio y mucho trabajo, sobre todo para liquidar el enorme entramado inmobiliario que llevó a la caja alicantina a la quiebra.
En el banco se muestran confiados de que no habrá ningún problema y aseguran que sólo quedan pequeños detalles por resolver para conseguir que la consultora BDO y el fideicomiso nombrado por la UE para supervisar el proceso (el «Monitoring Trustee») expidan el certificado final.
Así, el Sabadell volverá a tener libertad para conceder créditos al sector promotor en la Comunitat Valenciana, Murcia y Baleares „donde ahora tenía vetada esta actividad„ justo cuando el sector empieza a despegar. Y tendrá las manos libres para comprar nuevas entidades o para fusionarse con quien quiera, cosa que hasta la fecha no podía hacer si su objetivo tenía una red de oficinas significativa en alguna de estas tres comunidades, lo que antiguamente se conocía como los «territorios naturales» de la CAM. Una circunstancia que limitaba las posibilidades de un acuerdo con Bankia.
No se trata de una cuestión menor ya que el Banco de España ha redoblado en los últimos meses sus presiones para que siga la consolidación del sector, ante el temor de que la baja rentabilidad que ofrece el negocio bancario en estos momentos ponga en apuros a más de una entidad. Los propios banqueros ya no saben cómo mejorar sus ingresos en un momento en el que el desplome de los tipos de interés „con el euribor en el 0,079 %„ ha provocado que buena parte de sus carteras hipotecarias apenas reporten beneficios. El presidente del Sabadell, Josep Oliu, advertía esta semana que «la configuración definitiva del sistema financiero español no se ha completado todavía» y que «el núcleo de bancos que vemos ahora no será el mismo». Todo un aviso a navegantes.
Ell camino para llegar a este momento ha sido largo y ha supuesto una difuminación progresiva de lo que en su día fue la CAM, hasta el punto de que el pasado verano el grupo catalán decidió suprimir definitivamente este nombre de los carteles de sus oficinas. En estos tres años, la entidad ha tenido que enviar a Bruselas informes mensuales sobre los avances del plan de reestructuración, que arrancó con el cierre de oficinas y el recorte de personal que exigieron las autoridades de Competencia (464 sucursales y 2.231 empleos), objetivos que se cumplieron con creces a los pocos meses de que el Sabadell tomara las riendas.
El cierre de oficinas supuso renunciar al 86 % de las delegaciones que la CAM tenía fuera de sus territorios naturales y reducir en una cuarta parte su capacidad en la Comunitat Valenciana, donde la suma de ambas entidades pasó de 510 a 392 sucursales. También se ejecutó casi de inmediato la reducción de plantilla. Las bajas incentivadas entre el personal del Sabadell permitieron reducir a sólo 1.250 los afectados por el ERE que la dirección del banco consensuó con los sindicatos de la CAM, de los que cerca de 600 fueron prejubilados y el resto despidos pactados.
Vuelve el crédito
Entre las condiciones impuestas al grupo catalán también se exigió limitar la concesión de créditos en las regiones en que CAM tenía una posición preponderante para evitar distorsiones en la competencia. Se fijó un crecimiento máximo del 2,5 % anual para la cartera de créditos al consumo y del 6 % para los préstamos a empresas y se redujo en un 15 % anual la cartera de crédito destinada a la promoción, lo que lo imposibilita conceder ningún nuevo préstamo para la construcción y ha impedido que el banco aproveche la recuperación que se empieza a percibir en este sector en la Costa Blanca.
Este será uno de los principales cambios a partir de enero, y la entidad lleva meses trabajando para tener a punto un equipo especializado. No en vano, Alicante es uno de los mercados que encabeza la recuperación del sector inmobiliario en todo el país. Pero el Sabadell tienen claro que hay que ir con mucha más prudencia, y ya ha dejado claro a posibles interesados que no financiará la compra de suelo y exigirá un mínimo de fondos propios a los promotores.
La otra gran condición que impusieron Bruselas y el Banco de España fue la obligación de deshacer la maraña de filiales y participaciones inmobiliarias que creó la CAM (más de 70) de la mano de los socios más variopintos. Así, el Sabadell impulsó la venta de Terra Mítica a Aqualandia; liquidó la sociedad con Enrique Ortiz para impulsar la Ciudad de la Economía; y vendió los terrenos de la Baja California donde la CAM proyectó construir miles de viviendas de la mano de Hansa. También salió del accionariado del grupo que promovía hoteles en el Caribe con los empresarios Juan Ferri y José Baldó, investigados por la justicia. Vendió a Meliá sus participaciones en el hotel Sky de Barcelona y el Palacio de Isora de Tenerife, y colocó al empresario Pau Guardans la cadena Hoteles Alma. Dijo adiós a las sociedades que la CAM tenía con la familia Sumarroca, investigada por sus relaciones con los Pujol. Y alcanzó un acuerdo con Ros Casares para quedarse su gigantesco complejo en las afueras de Valencia. La lista de exsocios se completa con Quabit, Cyes, la familia Matutes o Nyesa. Ya solo quedan algunas participaciones residuales que, según la entidad, no impedirán obtener la certificación.
