La agitación del mercado en China se extendió por todo el mundo. El desplome del 7 % de las acciones chinas y la posterior suspensión de las cotizaciones tras 29 minutos ha obligado al gigante asiático a eliminar el mecanismo de parada automática para hoy, que ha quedado desfasado cuando no lleva ni una semana en funcionamiento. Este nerviosismo en la segunda economía del mundo se contagió a Europa y Estados Unidos, donde los mercados cayeron con fuerza una vez más. Tras una venta masiva el miércoles, el índice Standard & Poor cayó un 1 por ciento en las primeras operaciones, y el promedio industrial Dow Jones un 0,9 por ciento. El Nasdaq se desplomaba un 1,4 por ciento a media mañana de ayer. El Euro Stoxx 50 cerró con un 1,76 % menos de valor.

Según Derek Halpenny, jefe en Europa de mercado globales del Bank of Tokyo-Mitsubishi UFJ en Londres, «la lluvia radiactiva china» se sentirá más fuertemente en Europa que en los EEUU debido a que la economía europea es más dependiente del comercio con China. El 45 % de las exportaciones alemanas van al gigante asiático, recuerda, en comparación con alrededor del 15 por ciento para los Estados Unidos.

Herramienta contraproducente

El mecanismo de parada automática de la cotización entró en vigor en China con el nuevo año, dentro de una serie de medidas aplicadas por las autoridades para evitar los fuertes desplomes de julio y agosto pasados, que conmocionaron a las bolsas chinas y contagiaron a los mercados mundiales.

El sistema de interrupción establece que cuando el índice conjunto CSI 300 (que agrupa a 300 valores cotizados en las dos bolsas chinas, las de Shanghái y Shenzhen) baja o sube un 5 %, se produce una parada automática de 15 minutos. Si tras la reanudación los movimientos fuertes continúan y se alcanza una variación del 7 %, como pasó ayer, se suspende la sesión hasta el día siguiente.

El mecanismo interruptor «no está funcionando en la dirección que esperaba el Gobierno», destacó el experto en mercados financieros Rui Meng, profesor de Finanzas y Contabilidad de la Escuela Internacional de Negocios China-Europa de Shanghái (CEIBS). «Es un desastre artificial, porque está alterando las expectativas que tenía la gente», y cuando eso ocurre «no se sabe cómo va a responder el resto del mercado», añadió.