Mientras las empresas valencianas toman posiciones ante la apertura del mercado iraní, algunas ya llevan tiempo explorando la potencialidad de un país de 80 millones de personas y un poder adquisitivo considerable.

Lladró inauguró a principios de 2015 su primer punto de venta en Teherán, un país inexplorado hasta la fecha. Con todo, ha sido recientemente, semanas antes de Navidad, cuando han reubicado su tienda al Palladium Mall, el nuevo y más importante centro comercial en Teherán, en la zona norte, junto al distrito financiero y las áreas más exclusivas.

Se trata de un espacio de unos 90 metros, que lleva un socio local a modo de franquicia. Con todo, el diseño de la tienda, que tiene un área de iluminación y la parte de cerámica decorativa, ha sido elaborado en Valencia. Junto a las figuras tradicionales de Lladró, la compañía ha desarrollado algunos diseños específicos para la zona, como el «arquero asirio».

Las sanciones económicas que Irán ha sufrido estos años, en todo caso, no han bloqueado las ventas de productos extranjeros, pero sí las han dificultado. Aspectos como la falta de apoyo bancario a las operaciones o los elevados aranceles han desincentivado las ventas. En el caso de la cerámica decorativa, algunas fuentes sitúan entre el 50% o el 60% el coste de paso por la aduana.