Los grandes inversores lo van a tener difícil para recuperar el dinero que destinaron a la compra de acciones de Bankia en la salida a Bolsa de julio de 2011. El Tribunal Supremo concluyó el pasado día 27 que dichas operaciones debían anularse por que el folleto de la emisión no recogía la imagen fiel de la entidad que sería intervenida diez meses más tarde. Ayer, el organismo judicial dio a conocer en su integridad la sentencia y la gran novedad es que, en principio, su decisión solo afecta solo a los pequeños inversores. El Alto Tribunal deja claro que las graves inexactitudes del folleto llevaron a error a los pequeños ahorradores, pero que los inversores cualificados tenían otros medios para conocer más a fondo la situación de la entidad.

La sentencia asegura que, ya que la intención de los pequeños inversores era «la obtención de rendimiento (dividendos)», el hecho de que se hicieran públicos «beneficios millonarios» fue «determinante» para que decidieran acudir a la oferta. Además, el folleto de la misma estaba confeccionado por Bankia, con la autorización del supervisor, un organismo público que contribuyó a generar «confianza».