La ruta aérea entre Valencia y Barcelona no tiene quien la opere desde hace cuatro años. Tras el cierre de Spainair a principios de 2012, la conexión entre la segunda y la tercera ciudad españolas quedó desierta. No es extraño que siga así. En las dos últimas décadas cinco aerolíneas lo han intentado y se han retirado. La demanda no hace la ruta rentable, aunque la compañía de referencia en Manises, Ryanair, no descarta volver a intentarlo.

El fenómeno sigue siendo un misterio en el sector aéreo. Ambas comunidades está unidas por estrechas relaciones comerciales. Cataluña es el primer cliente y el primer proveedor de productos. El flujo turístico es considerable y una buena bolsa de trabajadores sube y baja por este corredor ferroviario cada fin de semana.

A ello se suman dos hándicaps del sistema de comunicaciones: una autopista de peaje y una conexión ferroviaria que, a diferencia de Madrid, no dispone de alta velocidad. El trayecto, que por momentos se dispara hasta las cuatro horas, suele exasperar a los empresarios.

Las condiciones deberían hacer viable una ruta aérea que no cuaja. ¿Qué ocurre? Sencillamente, no hay suficientes hombres de negocio entre ambas ciudades para hacerla rentable, explican desde el sector. Las diferentes compañías han dado a la línea una variedad de ofertas que nunca ha despertado el interés de los viajeros.

Iberia estuvo hasta 2007. Air Nostrum la operó desde 1995 hasta 2011. Y volvió a darle una oportunidad a finales de 2012. Vueling entró en la ruta en 2006. Y Ryanair durante cinco meses entre septiembre de 2010 y enero de 2011. Spainair fue la última en resistir, hasta su cierre en enero de 2012.

Ninguno de los formatos experimentados ha cuajado. Spainair no consiguió rentabilizarla con una ida y vuelta al día pero en horarios extremos, temprano por la mañana y a última hora, poco operativo para el bussiness. Ryanair entró con sus políticas agresivas de bajo coste, y pronto se salió. El turista prefiere el coche o el tren.

Air Nostrum la operó durante muchos años. La línea no daba beneficios pero permitía alimentar el hub barcelonés, donde en 2005 la firma valenciana tenía 25 destinos desde el Prat. Hoy sólo tienen dos.

Esta es, precisamente, la segunda clave del fracaso de la ruta. Como sólo con hombres de negocios la línea no funciona, la rentabilidad estaría en los vuelos de conexión, es decir, los pasajeros que vayan a a Barcelona para enlazar a otros destinos internacionales.

Según esta lógica, sólo Vueling, que tiene su hub en El Prat (50 aviones, 160 destinos, 40% de cuota de mercado), podría estar interesado en volver a operar la ruta, apuntan desde el sector.

Tren barato y fácil traslado

La compañía, sin embargo, lo descarta. «El Barcelona-Valencia se operó durante una temporada en 2006. Actualmente no se está pensando en volver principalmente por la cercanía entre las ciudades», afirma un portavoz de Vueling.

«Si nos fijamos en el pasajero de negocio, resulta que no hay tanta demanda como para tener el vuelo para el segmento business. Vueling opera con aviones de 180 plazas y, tal vez si se operase con un avión más pequeño podría ser factible, pero llenar un A320 cada día con 180 pasajeros business es complicado, no es un puente aéreo y no hay tanta demanda», aseguran en Vueling. «Si nos vamos al pasajero ocio... este opta por el tren porque la tarifa suele ser más económica y además no pierde mucho tiempo en el traslado». En este contexto, la última oportunidad pasa por el bajo coste de Ryanair: «Actualmente no hay planes para una ruta Valencia-Barcelona, si bien será considerada mientras crecemos en España y Europa en el próximo año», explican desde Dublín.