La patronal autonómica Cierval, que siempre ha tenido una vida azarosa porque en el fondo nunca ha dejado de ser el paraguas de las tres provinciales que la conforman para relacionarse con la administración, vive sus horas más aciagas. Una de sus tres socias, la alicantina Coepa, ha entrado en concurso de acreedores y, dada su precaria situación patrimonial, se halla en la antesala de la liquidación, lo que podría arrastrar a la suspensión de pagos a la propia Cierval.

Las próximas semanas van a ser decisivas y, probablemente, acelerarán la reconversión de la entidad largamente demorada por los desencuentros entre valencianos, castellonenses y alicantinos. Puede que no todo esté perdido. Desde la Generalitat se asegura que sus altos cargos políticos siguen trabajando en busca de una solución para Coepa que se antoja difícil. Sin embargo, el concurso va a permitir que la patronal alicantina deje de estar gestionada por los empresarios. El nuevo interlocutor será el administrador concursal y cabe la opción de hallar alguna salida de cara al inevitable convenio de acreedores. Es difícil, porque todo el asunto parte del impago de un crédito de tres millones del Instituto Valenciano de Finanzas para construir un centro de oficios que nadie quiere.

Si la liquidación de Coepa se consuma, los problemas para Cierval serán de enorme calado. En primer lugar, tendrá que buscar de urgencia una fórmula para tener representación directa en la provincia de Alicante. La creación de una delegación es una de las opciones que se han barajado. Sería una necesidad perentoria, porque, sin Coepa, Cierval dejaría de ser autonómica y entonces quedarían comprometida sus relaciones con la administración y, en consecuencia, las ayudas que recibe, incluidas las que provienen de la ley de participación institucional.

No será la menor de sus preocupaciones, porque el concurso de Coepa implica que la deuda „un mínimo de 470.000 euros„ que la alicantina tiene contraída con ella se convertirá en pérdidas. Si, tras analizar sus cuentas, los patronos valencianos „que el jueves pidieron una reunión urgente del comité ejecutivo„, concluyen que la situación es de insolvencia, pedirán el preconcurso de acreedores para eludir la responsabilidad personal en la que pudieran incurrir de no hacerlo. Luego se vería si lo supera.

Cabe la opción de que la provincial de Valencia CEV, la única con músculo financiero „la CEC castellonense está casi tan mal como Coepa„, salga al rescate de Cierval y se haga cargo de las deudas de sus homólogas del sur y del norte a cambio de tomar el control de la organización. Aunque no hay que olvidar que su situación no es tan boyante como para que la operación no comporte riesgos.

Se verá. De lo que no hay duda es de que, cuando finalice este tránsito, Cierval habrá cambiado. Nunca fue una verdadera organización autonómica por la negativa radical de alicantinos y castellonenses a diluirse en su seno para crear una patronal fuerte y no la suma de tres provinciales. El dinero, el miserable dinero, finalmente, va a transformarlo todo.

Sin respuesta de la sociedad alicantina y singularmente de sus empresarios, que no han hecho nada „económico„ por salvar a su patronal, pocos argumentos van a tener en el sur „y en Castelló„ para resistirse a la voluntad de Valencia, que representa más del 50 % de la economía autonómica pero cuyo peso actual en Cierval está en el 41 %. Además, que los divididos patronos alicantinos no esperen apoyo alguno para su resurrección de la española CEOE, cuyo vicepresidente con mando en plaza es José Vicente González, el líder de Cierval.

Todo debe pasar por Valencia. La CEV lo tiene claro: Es su momento. Aunque no quiere levantar suspicacias en Alicante, considera que es hora de imponer su rediseño y su capacidad económica, que pasa por diluir las provinciales, trasladar el peso a las sectoriales y conformar una organización verdaderamente autonómica. Ese es el deseo. Otra cosa es que los acontecimientos se amolden a las pretensiones. Lo que es seguro es que, aunque el nuevo modelo no se acerque demasiado a ese diseño, Cierval, si sobrevive, ya no será la misma.