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Informe

Un informe sostiene que el declive valenciano se inició en los años sesenta

Hasta entonces, los ciudadanos de la autonomía disfrutaron de un nivel de vida y bienestar más elevado que el de un español medio

«La población valenciana ha disfrutado históricamente de un nivel de vida y bienestar más elevado que un ciudadano español medio. En la década de los sesenta del pasado siglo XX se inició, sin embargo, un declive relativo que ha situado la renta per cápita de la Comunitat Valenciana significativamente por debajo del promedio español y, también, muy lejos de otras regiones más prósperas». Tal aseveración, que contrasta con tesis académicas que sitúan en esos años el comienzo de un proceso de reindustrialización de la autonomía que la llevó a un período de expansión luego truncado por el boom inmobiliario y la crisis, defendidas entre otros por Ernest Lluch, forma parte de las conclusiones de un informe publicado por la Fundación de las Cajas de Ahorros sobre «Crecimiento y productividad en la economía valenciana» elaborado por los profesores de la Universitat de València, Salvador Gil-Pareja, Rafael Llorca-Vivero y Andrés J. Picazo-Tadeo.

Los autores recuerdan que ese declive se ha acentuado desde el cambio de milenio, a la par que crecía la burbuja inmobiliaria y luego estallaba en la reciente crisis. Si a principios de los años noventa del siglo XX la Comunitat Valenciana había equiparado su nivel de vida y bienestar al promedio español, en el año 2000 la renta per cápita tan solo alcanzaba el 95,3 % de la media nacional y en 2014 había bajado hasta el 87,9 %. En síntesis, «desde el inicio del presente siglo la sociedad valenciana ha visto cómo sus habitantes se alejaban del nivel medio de vida de un ciudadano medio español», afirman los expertos, que sitúan las causas en el mayor atractivo de la zona para la población inmigrante, la menor capacidad de la economía para generar renta y la desfavorable evolución de la productividad del trabajo.

El informe asegura que, como consecuencia del mencionado declive, ha surgido en ámbitos políticos, empresariales y académicos valencianos la necesidad de abordar un cambio de modelo productivo y dedica su extensión a analizar cuál es la situación de partida. Los datos son poco halagüeños, sobre todo si tenemos en cuenta que la productividad de la Comunitat Valenciana solo es favorable en la agricultura y la construcción, mientras que en los servicios y la industria, que acaparan el 90 % del empleo, el factor trabajo es mucho menos productivo. En el sector secundario se queda en el 86 % de la media española y, singularmente, en la industria manufacturera la productividad es un 11,7 % inferior a la media. Pero hay más datos preocupantes, en este caso si nos miramos ante el espejo de otra de las grandes autonomías industriales. Y es que el trabajo en la economía valenciana en 2014 era un 8,3 % menos productivo que en la catalana,de tal forma que si sus sectores alcanzasen el mismo nivel de productividad que tienen en Cataluña la productividad por ocupado en la economía valenciana podría aumentar un 7 %. Respecto a la madrileña, el porcentaje subiría al 16 %. Estos resultados, según el informe, se encuentran condicionados, entre otros factores, por la reducida dimensión del tejido empresarial valenciano.

Los autores concluyen que el problema de la economía autonómica reside «fundamentalmente en la productividad sectorial», y no tanto en la estructura productiva, motivo por el cual abogan por aumentar el tamaño empresarial y simplificar la complejidad regulatoria y burocrática. Ya en términos más generales, defienden para la Comunitat Valenciana políticas convencionales como el fomento de la formación de capital humano, impulsar una política tecnológica fuerte que situe la inversión en I+D al nivel de otras autonomías e impulsar infraestructuras que faciliten el acceso de las empresas a sus mercados.

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