Los emprendedores españoles suspenden en educación financiera. Su nivel general básico «es bastante bajo», si bien superior al de potencias como Estados Unidos y Japón. Además, no se diferencian de manera significativa de los asalariados. Estas son algunas de las conclusiones de un estudio elaborado por Marco Trombetta, del IE Business School, publicado por la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas). El informe se detiene singularmente en los trabajadores por cuenta propia, que representan a casi el 14 % de la población española. A una muestra de emprendedores individuales españoles se les formularon varias preguntas para tratar de conocer cuál es su nivel de educación financiera básica y avanzada.

Respecto a la primera, solo el 44,8 % de los encuestados respondió correctamente a las tres preguntas. El porcentaje es superior al de otros países occidentales, si bien las muestras manejadas en estos eran representativas de la población general y no solo de los emprendedores. Por género, las diferencias son sustanciales. Así, sube al 53,4 % en el caso de los hombres y baja al 26,7 % en el de las mujeres. Tanto en España como en Estados Unidos, la educación financiera básica sigue una pauta ascendente con la edad, al menos hasta llegar a los 65 años, mientras que en otros países el máximo se sitúa entre los 35 y los 60 años. El nivel más alto se da, con un 56,9 %, entre los que tienen el título de postgrado.

El estudio de Funcas concluye también que «el nivel de educación financiera avanzada entre los emprendedores españoles es mucho más bajo que el de la educación financiera básica». Tan es así que solo el 1,4 % de los entrevistados respondió de forma correcta a las tres preguntas que se les formularon. Además, los no emprendedores «obtienen ligeramente mejor puntuación» en avanzada.

Nivel

El informe concluye que es «sorprendente» el bajo nivel educativo en finanzas básicas y apunta que este resultado podría deberse en buena medida a que muchos trabajadores por cuenta propia se lanzaron a la aventura de convertirse en emprendedores, sobre todo a partir de 2010, con la intensificación de la crisis y la masiva destrucción de empleos, «por necesidad y no porque vieran una oportunidad de negocio no aprovechada».