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Análisis

La hora de la verdad en la patronal

Las notables resistencias de las confederaciones de Castelló y Alicante podrían abocar a Valencia a iniciar una ruta en solitario para refundar Cierval

La hora de la verdad en la patronal

­A mes y medio de celebrar su trascendental asamblea, esa en la que se debería aprobar la refundación, la patronal autonómica Cierval se encuentra ahora más que nunca ante la disyuntiva del consenso o de seguir su camino sin contar con las patronales de Castelló, la CEC, y de Alicante, Coepa, que no solo se resisten a los cambios sino que además tratan de torpedear un proceso que las tiene a ambas como principales culpables de que sea imprescindible ponerlo en marcha.

La semana ha sido catastrófica para las dos. La Coepa está en concurso de acreedores por el impago de la millonaria deuda de su centro de oficios. Lo tenía crudo para evitar la liquidación, pero ahora nadie da un duro por ella después de conocerse que la Intervención de la Generalitat estudia si esta patronal cometió alguna irregularidad en el cobro de subvenciones públicas. Concretamente, la presunta presentación de facturas duplicadas por un importe de 3,3 millones.

Rebelión en Castelló

En Castelló, las cosas no están mucho mejor. Con un agujero de medio millón e investigada por un juzgado de Nules por irregularidades en los cursos de formación, la CEC genera pérdidas mensuales cercanas a los 30.000 euros. Pese a los conatos de rebelión, solo consumada por el vicepresidente que representa a poderosa patronal azulejera, la junta directiva decidió el jueves dar un nuevo cheque en blanco al presidente, José Roca, y el secretario general, Rafael Montero, los mismos que, después de tres décadas en sus cargos, han llevado a la patronal a tan lastimosa situación.

Las deudas abruman a ambas organizaciones y sus dirigentes parecen haber decidido morder la mano tendida desde Valencia. Así se constató el martes durante la reunión del comité ejecutivo de Cierval, en el que, en un ejercicio de huida de la realidad, se conchabaron para salpicar a esta última y pidieron un plan de viabilidad para la misma, como si ellos fueran ajenos a sus problemas.

Pérdidas

Cierval va a tener que anotarse unas pérdidas de 900.000 euros por las deudas, a partes iguales, que Coepa y CEC tienen con ella. La situación es insostenible. Desde Cierval y la provincial de Valencia, la CEV, se ha puesto sobre la mesa un diseño que busca restaurar su financiación. Se trata de absorber a la CEV, que ha sabido sanearse y tiene músculo, para crear una auténtica patronal autonómica que se sustentará en las sectoriales y las empresas. Estas últimas cubrirían el déficit de cuotas que no pagan „y no está previsto que puedan pagar en el futuro„ la CEC y Coepa, dada su situación límite, aunque se reservaría una estructura mínima a Castelló y Alicante, tanto en su territorio como en los órganos de gobierno de la Cierval.

Sin embargo, tanto al norte como al sur reniegan de este proyecto. Así que el debate se encuentra ahora cerca del límite. El silencio de los presidentes de Cierval y de la CEV, José Vicente González y Salvador Navarro, durante la tensa reunión del martes, en la que la batalla dialéctica con los dirigentes de Castelló y Alicante la protagonizó el presidente de Femeval, Vicente Lafuente, es indicativo del hartazgo cada vez mayor con que se vive la situación desde Valencia.

Respaldo de la CEOE

Ante la parálisis, Cierval y CEV podrían acabar siguendo su propio camino. Tienen el respaldo del poder político autonómico y, sobre todo, el de la patronal española CEOE, donde González es uno de sus vicepresidentes con más peso. La ecuación podría pasar por integrar la CEV en Cierval para crear una patronal única de ámbito autonómico e incorporar a la misma de forma directa a las federaciones sectoriales y las empresas de Castelló y Alicante. Las fuentes consultadas aseguran que los movimientos ya han comenzado. A modo de ejemplo, como explicaba un empresario, la provincia de Alicante se encuentra muy disgregada. Dos de sus grandes federaciones ya son ajenas al proyecto de Coepa: la del metal Fempa y la de los hoteleros de Benidorm Hosbec, que ha anunciado su intención de integrarse en la nueva Cierval.

Los empresarios ilicitanos parecen ir un por su lado y los de las comarcas centrales, con eje en Alcoi, miran más hacia Valencia. El azulejo castellonense ya ha dado la espalda a la CEC. En Valencia, se percibe que las cúpulas están solas y que no hay sintonía alguna con sus patronales desde amplias capas de los empresarios castellonenses y alicantinos, más si cabe ante la certeza de que sus organizaciones están condenadas al abismo. Así que, si los líderes de CEC y Coepa se enrocan y torpedean la refundación de Cierval pueden encontrarse con la paradoja de quedarse solos y sin juguete.

Ejemplo a tener en cuenta

Resulta sorprendente, como poco, la ceguera de los dirigentes de Coepa, que no parecen distinguir la diferencia entre poco y nada, pese a la experiencia de lo que sucedió con la CAM. Arrogantes negociadores, los responsables de la caja quisieron controlar el SIP con Cajastur y al final, en vista de lo podrido que estaba su balance, fueron expulsados del grupo. Unos meses más tarde fue intervenida y, después, vendida por un euro al Sabadell.

Ahí se acabó todo. Se podrá decir que Bancaja corrió un destino parecido. Y es así, aunque con matices. Se integró en un grupo con Caja Madrid que fue el germen de Bankia. Esta fue intervenida, pero ahí sigue, cada vez más fuerte, con su sede social en Valencia, donde celebra sus juntas anuales. La Comunitat Valenciana es su principal mercado tras Madrid y su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, es esfuerza por visualizarlo. Se dirá que no es gran cosa, pero es más que nada.

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