José Roca renunció ayer a la presidencia de la Confederación de Empresarios de Castelló (CEC) tras 29 años. Sus tres vicepresidentes le anunciaron por la mañana su dimisión por discrepancias con su gestión y, tras quedarse sólo, no tuvo más remedio que abandonar. La causa judicial por un presunto fraude en subvenciones públicas a cursos de formación y la grave situación económica de la patronal han sido dos losas demasiado pesadas para el ya exdirigente provincial.

Los tres vicepresidentes de la CEC: Fermín Renau (construcción), Carmelo Martínez (transporte) y Cristóbal Bellés (Cepymec) forzaron la marcha de Roca en una reunión que mantuvieron con él poco antes de celebrarse el comité y la junta directiva de la CEC. Los tres le trasladaron su cese irrevocable por desavenencias. Roca pretendía continuar en el cargo y confiaba en validar ayer los presupuestos anuales y el plan de viabilidad 2016-2020, pero en el encuentro con los vicepresidentes constató su soledad y la magnitud de la rebelión interna. Ante esta tesitura, el histórico dirigente cedió y asumió su marcha para hacer ver en la junta directiva posterior que la dimisión era conjunta. El secretario general, Rafael Montero, rechazó seguir los pasos de Roca aduciendo que su puesto no es electo como el del presidente y vinculó su futuro al próximo presidente de la CEC.

Roca, que confirmó su marcha en la junta, inició su cuenta atrás el pasado 16 de mayo cuando cesó de una de la cuatro vicepresidencias de la CEC el representante de la cerámica, Miguel González, quien en una carta reprochó una falta de transparencia en la gestión de Roca y su mano derecha, Rafael Montero. Los tres vicepresidentes también le mostraron su oposición y le conminaron a delegar la presidencia, mientras en junio dejó la CEC el tesorero, Juan Manual Suárez. Roca se aferró al puesto porque, según señalaba a su entorno, quería defender su honestidad en el caso judicial de los cursos de formación, que investiga el destino de más de medio millón de euros en subvenciones del Consell. También proyectó ante el empresariado de la provincia la presunta existencia de una operación de acoso y derribo contra su persona orquestada por la patronal autonómica con el objetivo último de mermar el poder de Castelló.

Pero la contestación no estaba en Valencia sino en Castelló. A la mayoría de empresarios ya no le convencían sus explicaciones y estimaron que su continuidad minaba el poder de Castelló frente a los anhelos de Valencia de reforzar el organigrama autonómico en detrimento de las patronales provinciales. Las federaciones sectoriales de la CEC tildaban de inviable el presupuesto de 2016. Roca, con cerca de 80 años, deja las riendas de la patronal de Castelló con una deuda financiera de 600.000 euros, otra de medio millón con la Cierval y con otros 1,2 millones pendientes en ayudas por cursos de formación que la Generalitat tiene retenidos.

Buena parte de los empresarios de Castelló achaca a Rafael Montero la situación económica de la CEC, pero eludió ayer seguir los pasos de Roca y seguirá al mando en el proceso de transición que ha de encarar la CEC. Fuentes internas señalaron que Montero no forzará la situación y promoverá la constitución de una gestora provincial, que se encargará de convocar una asamblea electoral. Las mismas fuentes manifestaron que próximamente se reunirá la junta directiva de la CEC para decidir si se nombra una gestora o un presidente transitorio.