Como viene poniendo de relieve desde hace años la Fundación AVE, el Corredor Mediterráneo constituye un proyecto fundamental para la economía valenciana. Y los retrasos en la implantación del tercer carril, que adelantaría el acceso en ancho ferroviario europeo a nuestros principales mercados, supone un serio golpe a la competitividad de nuestro sistema productivo. Pero si esto es cierto para la economía en su conjunto, lo es más si cabe para el sector más emblemático de la misma: la actividad hortofrutícola. Para esta actividad, de la que depende un colectivo humano muy importante y vulnerable, los trabajadores del campo, y que genera servicios medioambientales y paisajísticos de inestimable valor, el retraso en la implantación del ancho europeo puede tener muy graves consecuencias.

En ANECOOP estamos seriamente preocupados, tanto por la pérdida de competitividad que estos retrasos suponen como por la incomprensión del problema por parte del Gobierno, de cuya decisión depende la solución. Esta preocupación la hemos transmitido en todos los foros a las que tenemos acceso, y ha sido plenamente asumida por AVE y la Fundación AVE, así como por las organizaciones representativas del mundo empresarial, pero creo llegado el momento de trasladarlo a toda la sociedad, dado lo mucho que está en juego y la insuficiente comprensión, por parte de muchos ciudadanos y creadores de opinión, de la trascendencia económica y social de la rápida ejecución de esta infraestructura.

ANECOOP viene gestionando y comercializando desde hace décadas una parte importante de la producción de frutas y hortalizas de la C. Valenciana y del Arco Mediterráneo. Esto nos permite conocer de primera mano tanto la posición competitiva del sector hortofrutícola de esta área geográfica en el mercado europeo, como las amenazas que la acechan si no hay cambios en el modo de transporte. De la producción que ANECOOP gestiona, el 90% se exporta al mercado internacional. Y de estas exportaciones, alrededor del 97% se dirigen a Europa. Por tanto, la evolución de este mercado y de nuestra posición competitiva en él resulta clave para el futuro del sector productivo del que formamos parte.

De nuestros envíos al mercado europeo, el 99% se transporta en camión. Hasta recientemente esto no ha sido un problema. Pero las cosas están cambiando rápidamente. La competencia crece en intensidad, el coste del transporte y la rapidez de entrega cuentan cada vez más. Además, la preocupación por el cambio climático y la creciente conciencia medioambiental en Europa, hacen que el modo de transporte y su impacto en el entorno adquiera creciente importancia. Primero porque el coste ambiental va a repercutir cada vez más en el coste de producción y transporte en el marco de la lucha contra el cambio climático. Segundo, porque afecta a la imagen del producto y a la reputación del lugar de origen. No ser conscientes de esto es ir en contra de las tendencias de los tiempos y condenarse a perder la guerra de la competencia en unos mercados cada vez más exigentes y complejos.

En estas cuestiones el transporte ferroviario en ancho europeo e intermodal aporta ventajas. En primer lugar, el coste de transporte se ve reducido entre 2 y 3 céntimos por kilo y 1.000 kilómetros recorridos. Si se tiene en cuenta que, de nuestra producción exportada, en torno a una tercera parte recorre una media de 1.500 kilómetros desde Valencia, otro tercio una media de 2000 kms y el último tercio más de 3000 kms, resulta evidente que no sólo mejoraría nuestra competitividad-coste, sino que aumentaría el rendimiento del sector y el nivel de vida de los que de él viven. Esta diferencia de coste se incrementará con la congestión del tráfico por carretera, la aplicación de tasas en ciertos trayectos y la internalización del coste medioambiental en el precio de los carburantes fósiles a instancias de la política contra el cambio climático.

El ferrocarril en ancho europeo y tráfico fluido, como el que garantizará el Corredor, y en la modalidad de transporte intermodal, supone importantes ventajas de rapidez, seguridad y garantía de llegada en tiempo y forma a su destino, incluso con nieve. Estas ventajas se acrecientan si se tienen en cuenta los crecientes controles en frontera que sufrirá el tráfico por carretera a causa del terrorismo y el cuestionamiento del Acuerdo de Schengen. Aunque lo más preocupante, y poco valorado, es el coste reputacional que el impacto medioambiental del transporte puede tener en nuestra producción, en ausencia del ferrocarril. Este problema no lo tienen nuestros principales competidores, como son Francia, Bélgica y Holanda, en la misma Europa, así como Israel y los países del norte de Africa, que llevan el producto por barco hasta los puertos del norte o del sur de Europa (Italia principalmente) y acceden a los mercados por ferrocarril.

Estamos convencidos de que la pronta ejecución del Corredor y la inmediata implantación del tercer carril, son imprescindibles para mantener e impulsar una actividad tan emblemática y relevante. Hay mucho en juego, social, económica y ambientalmente, para que las fuerzas vivas de la sociedad y los ciudadanos se vuelquen en defensa de este proyecto y exijan su rápida ejecución. El Gobierno no puede seguir indiferente a este problema, máxime cuando su solución responde al interés general de crear riqueza y empleo sostenibles.